25 abr. 2024

Sebastián, más allá de los límites

Cursa el tercer año de Psicología, practica crossfit, le gusta correr y mata las horas libres con series y libros. Detesta las excusas y, pese a los inconvenientes, en su camino no baja la guardia. Se llama Sebastián, tiene 22 años y se fijó la meta de convertirse en un atleta paralímpico. Su historia es una cachetada para los peros y demuestra con hechos que la convicción es suficiente para superar los límites.

Fotos-audiovisual: Mathías Melgarejo | Locación: Gigantes CrossFit

En medio del sonido de las pesas en un gimnasio capitalino, llega el saludo de la persona a la que fuimos a buscar. “Soy Sebastián Francisco Espínola Galli”, se presenta con un firme apretón de manos y una sonrisa que se lee incluso en su mirada. Es un crossfitter y un convencido de que las excusas están para ser barridas. Él es la prueba. La falta de su pierna derecha no le impide entrenar ni someterse a las exigencias del crossfit, un deporte de alto rendimiento.

¿Por qué crossfit? Para Sebastián, la respuesta es sencilla: “Necesitaba empujarme a mí mismo, probar mis límites”.

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Tiene 22 años, pero su actitud revela la madurez de quien ha pasado por mucho. Tal vez sea su historia o la confianza del que sabe lo que quiere.

Nació con una deformación en la pierna derecha y, aunque muy temprano le recomendaron la amputación, sus padres, Francisco y Patricia, quisieron probar las opciones posibles antes de tener que dejar esa decisión en sus propias manos.

“De chico soñaba con ser futbolista y era una ilusión que mamá y papá alimentaban para animarme”, cuenta. En su voz no hay tristeza ni pena: “Me animaban para pasar por las operaciones”, comparte como una confidencia. Fueron 27 cirugías en total, más de los años que tiene él mismo, y las soportó por su sueño.

Despertando de un sueño

A los 13 años, Sebastián hizo un descubrimiento. Era apenas un adolescente que mantenía latente el sueño de la redonda, pero él no podía seguir esperando, tenía que cambiar las cosas. “Hasta ese momento pensaba que sería jugador de fútbol. Mis padres jamás me dijeron que no lo lograría, me decían que podía, pero yo ya lo había notado, nunca llegaría. Así se esfumó mi sueño. Pasé por muchísimo y, al no ver una solución, decidí que tenía que amputarme la pierna”, explicó.

Adiós, fútbol. Tenía que dejarlo atrás con las operaciones, los hospitales y el dolor. Había tanto que quería hacer y todo esto le restaba tiempo valioso para empezar. “Tomé la decisión para mejorar mi calidad de vida, porque me resultaba difícil desenvolverme con mi pierna”, contó.

Recuerda esa etapa de su vida con una sonrisa que reafirma la decisión que tomó entonces. La amputación era la mejor opción y se lo dijo a sus padres.

“Al principio, mi papá no lo aceptaba. Con mi mamá fue diferente, muchas veces le dije que me quería amputar la pierna por el dolor que sentía”, recordó.

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Una nueva ilusión

Tomada la elección, solo quedaba avanzar. Después de pasar por varios médicos que no veían con buenos ojos la operación, volvió con el primer traumatólogo, aquel que había aconsejado a sus padres la amputación cuando Sebastián tenía apenas cuatro años.

El próximo 8 de abril se cumplirán cinco años desde que le amputaron la pierna. El momento en el que Sebastián comenzó a soñar de nuevo, quería correr, y hoy reafirma ese deseo.

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Los primeros pasos

Tras el procedimiento, se presentó una pequeña complicación, la prótesis. “Cuando me amputé, al segundo mes ya estaba en condiciones de usar la prótesis. En Paraguay hay muy buenas, pero son muy caras. Gracias a mi mamá y a mi papá, que se movieron, pude conseguir una de una marca argentina que incluso me apoyó”, contó.

El año pasado, esa misma firma hizo posible que Sebastián pudiera experimentar por primera vez el correr, y participar de un evento deportivo junto con representantes de diferentes países en Buenos Aires, Argentina.

“Nunca antes había corrido. Un atleta alemán nos enseñó a usar la prótesis deportiva durante una semana y gracias a eso pude correr por primera vez”, destacó antes de agregar que “esa experiencia me hizo descubrir que quiero ser atleta paralímpico. Para mí, correr fue como tocar el cielo con las manos”.

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Actualmente cuenta con el apoyo de Mirtha Doldán,de Paraguay Maratón Club, y de Julio Benítez, de Gigantes CrossFit, quienes lo empujan en su camino de convertirse en un atleta.

“Cuando comencé mi entrenamiento en crossfit para fortalecerme pensé: ‘Dios mío, ¿en qué me metí?’. Después, quemando etapas, noté cómo iba avanzando”, recordó. Ahora sigue encaminado y firme en su propósito.

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Otra de las facetas de Sebastián es la de motivador. “Doy charlas en el colegio Monseñor Lasagna o en el Cristo Rey”, comentó antes de agregar que también es un líder juvenil de la Fundación Paraguaya de Diabetes (Fupadi), que ayuda a los niños con diabetes, una enfermedad crónica que él mismo enfrenta.

“El año pasado me detectaron diabetes tipo 1 y aunque sentí miedo de no poder entrenar más, no permití que eso sea un impedimento para continuar”, aseguró.

En la fundación da charlas y anima a los chicos mostrándoles que una vida sana es posible gracias a una dieta equilibrada sumada a la práctica regular de deportes.

“Hay jóvenes que pasan por cosas difíciles, con el primer golpe se deprimen y no quieren seguir adelante. Yo quiero compartir mis vivencias por si sirvan a otras personas, que vean que no hay que bajar los brazos nunca”, explicó este estudiante de Psicología que escogió la carrera pensando en cómo podía ayudar a otros.

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Su vida es una muestra clara, pasó por mucho: el dolor físico, la tristeza de querer hacer tanto y encontrar trabas; pero eso no le borró la sonrisa, mucho menos la convicción, y hoy estamos ante un chico que promete vestir una camiseta con los colores de Paraguay y representar al país en una pista, dejando el alma en el intento de cosechar una medalla guaraní.

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