Por Susana Oviedo
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El intendente electo de Asunción, Mario Ferreiro, tiene muy claro que del éxito de su gestión al frente de la Municipalidad capitalina depende las aspiraciones políticas futuras del sector que sustentó su candidatura por medio de una concertación. Manifestó que agotará las instancias necesarias para mantener buenas relaciones con el Poder Ejecutivo. En esta primera parte de una extensa entrevista evalúa lo que ocurrió el domingo en los comicios municipales, cuando cerca del cierre de la votación, los resultados preliminares de bocas de urna daban por ganador a su contrincante, Arnaldo Samaniego, del Partido Colorado.
–¿Qué ocurrió durante las elecciones del domingo para que a 30 minutos del cierre de la votación ya se cantara la victoria del candidato colorado en Asunción?
–Bueno, creo que todos vivimos una experiencia nueva. Nunca vi que todas las bocas de urna se equivocaran.
Pero para nosotros la cuestión no fue dramática, porque teníamos otros números que manejábamos en las encuestas previas y también teníamos muy bien registrado lo que nuestro esfuerzo significaba ese día, con 6 mil personas trabajando para nosotros. Voluntarios, que adiestramos con una gran mística.
Por lo tanto quedará en la incógnita final por qué aparecieron esos números (por bocas de urna). Eso dejo a las empresas (encuestadoras), a los medios y a los analistas.
–¿Cómo incidió en los ánimos de Juntos Podemos la baja participación registrada en las primeras horas?
–Sirvió para convocar a la gente a que saliera a votar. Esto fue algo que plantemos a partir del mediodía en adelante, y creo que la ciudadanía entendió que si no se movilizaba más allá del aparato partidario, del aparato político, del transporte, realmente no se iba a poder hacer el cambio.
Fue interesante, todo un fenómeno social. Acá ganó la gente y se transformó la visión de que los aparatos y el dinero ganan siempre.
–¿Esto puede leerse como que más ciudadanos tomaron conciencia del poder que tienen con el voto?
–Creo que sí, porque no solo pasó en Asunción. Sucedió en Encarnación, en varias ciudades de Caaguazú. Hubo un comportamiento muy interesante del electorado; se rompieron viejos mitos. En Limpio, que parecía el bastión inexpugnable de una familia. En Lambaré, donde por lo visto se tomó debida nota de qué había pasado ahí. La ciudadanía mandó muchos mensajes en estas elecciones.
Cuando los ciudadanos quieren, pueden castigar y elegir otras opciones, por encima del aparato partidario y la fortaleza financiera casi inagotable. Hay que tomar nota de esto, porque si no lo hacemos los aparatos políticos van a comenzar a caer cada vez más. No es tan fácil obligar a la gente a votar por alguien, ni siquiera por plata.
–¿Este esquema queda obsoleto a partir de ahora y se tendrá que probar otro en el 2018?
–Sí, pero también hay que tomar nota de otros casos, como San Lorenzo. Allí no se logró la unidad que sí logramos en Asunción; entonces, esa es una buena lección que nos dio el electorado: ¿No se unen?, entonces, votaremos nomás por el que conocemos, porque ustedes ni siquiera fueron capaces de articular una unidad. Menos serán capaces de gobernar.
–¿Cómo tomó el llamado de los pastores evangélicos que exhortaron a sus fieles a votar por Samaniego porque Ferreiro era favorable al aborto y al matrimonio igualitario?
–Sinceramente, para mí fue el momento más difícil de campaña, porque nos llevó a un terreno en el cual se manejan cuestiones muy íntimas y muy de la esfera privada de la gente. Todos tenemos una conciencia, todos tenemos una fe que la manejamos de acuerdo a nuestras propias circunstancias, y cuando nos cuestionan desde ese lugar es como que nos invaden un territorio muy privado.
Pero lo que parecía un ataque que podría perjudicarnos terminó siendo un boomerang, porque la respuesta el domingo fue “no metan estas cosas, porque no estaban en discusión”. La gente entendió que no tenía que ver con unas elecciones municipales, por lo que se tomó como un oportunismo político que no condice con la misión de las iglesias. Varios curas y pastores me llamaron. Fue un error estratégico grande. Se hizo un uso proselitista de la fe, aplicada a una elección municipal.
–¿Te produjo alguna intranquilidad el que semanas antes de los comicios el presidente de la República asumiera la conducción de la campaña electoral del candidato del Partido Colorado?
– En la gente de mi entorno el tema generó algún gesto de desaprobación. Querían que yo fuera más combativo, que confronte, atropelle, y yo no lo hice, porque respeto la investidura presidencial. En otros países el presidente también hace campaña. No puedo salir a insultarle al presidente, porque por más que estemos en campaña hay un límite para todo. Eso sería caer en la provocación que nos iba a llevar a un camino muy duro de confrontación con la ANR, sector con el cual vamos a tener que trabajar. Yo voy agotar todas las instancias posibles para tener una buena relación con el Poder Ejecutivo.
–Considerando el comportamiento que tuvo el PLRA con el presidente Fernando Lugo, ¿hasta qué punto confiará en este partido?
–Los errores del 2008 al 2012 tienen que ser asimilados. Ahí hubo errores de ambas partes (Lugo-PLRA). De mi parte yo me comprometo a no abandonarlos (por los liberales) y trabajar con ellos. Claro que sí, pero en la justa proporción y con el respeto a la autonomía del intendente, que necesita concentrar un poder importante para generar los cambios que la ciudadanía pide.
Los liberales y los otros partidos y movimientos de la concertación deben saber bien que no pueden generar una presión excesiva sobre este gobierno que la lleve a fracasar, porque ese fracaso será de todos. Yo tendré el compromiso de trabajar con ellos, pero tendrán que moderar sus ímpetus, porque si fracasara este proyecto, la oposición perdería una oportunidad histórica y volvería a la llanura por otros 20 años.