Hoy es el último domingo del año 2015, año que ha significado para todos los países sudamericanos el final de una etapa gloriosa de gran crecimiento económico y de fuerte reducción de la pobreza.
El motor de este periodo excepcional de nuestra historia ha sido el extraordinariamente favorable escenario internacional que hizo que nuestras materias primas de exportación tuvieran un valor que nunca habían alcanzado anteriormente.
Ahora con un escenario internacional menos positivo surgen preguntas, como: ¿Cuál será ahora el nuevo motor de nuestro crecimiento económico? y ¿Qué políticas sociales son las que evitarán que las personas que han salido de la pobreza vuelvan a caer en ella?
Para responder a esas dos preguntas primero tenemos que reconocer TODOS –los de derecha y los de izquierda– que solamente vamos a poder reducir la pobreza generando riquezas.
Durante estos años de vacas gordas se ha generado muchísima riqueza, siendo por lejos la más importante la enorme producción de soja. Esta producción tan satanizada por los sectores de izquierda, es la que hizo posible el gran crecimiento en el ingreso de divisas, que a su vez hizo posible el auge de las importaciones, el aumento del crédito y de los ingresos del fisco.
Gracias a ese crecimiento económico el Paraguay redujo la pobreza del casi 50% a menos del 25% en estos años de bonanza, según demuestra la Encuesta Permanente de Hogares 2014, que indica que casi el 90% de la gente que salió de la pobreza lo hizo gracias a... haber conseguido trabajo.
A partir de ahora con un escenario internacional más negativo, el riesgo de que la economía empiece a estancarse es muy alto y consecuentemente el riesgo de que mucha gente vuelva a caer debajo de la línea de pobreza también es muy alto.
Estas amenazas se encuentran sobre nuestras cabezas y su impacto en lo social y en lo político, puede ser de impredecibles consecuencias.
Por eso es urgente que los paraguayos definamos cuales van a ser los nuevos motores de nuestro futuro crecimiento económico y que TODOS apoyemos a esos sectores.
Si volvemos a hacer como con la soja –satanizarla y descalificarla– y ante un escenario externo más negativo, el futuro del Paraguay no va a ser bueno.
Como dice el poema de Martín Fierro: “Los hermanos sean unidos; porque esa es la ley primera; tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea; porque si entre ellos pelean los devoran los de afuera”.
Este poema es tan actual, porque es fundamental para un país la unión interna para poder enfrentar con éxito a un mundo global y altamente competitivo.
Porque todos competimos para que las empresas se radiquen en nuestros países, porque todos queremos industrializarnos, todos queremos dar trabajo a nuestra gente y todos queremos reducir la pobreza.
En varios sectores el Paraguay es muy competitivo; con su tierra fértil para la producción de alimentos; con su población joven para industrias intensivas en mano de obra; con su abundante energía eléctrica para industrias electro intensivas y con su enorme déficit en infraestructura económica y social, es atractiva para las inversiones en infraestructura, en viviendas y en la mejoría en los servicios de educación y de salud.
Esos serán los motores del crecimiento del Paraguay de las próximas décadas, pero para fomentarlos y desarrollarlos tenemos que desterrar la letra “o” y utilizar la letra “y”.
Porque vamos a necesitar del sector privado y del Estado; del capital nacional y del extranjero; y del campo y de la industria.
Pero antes y por sobre todas las cosas, tenemos que realizar un profundo cambio cultural para dejar de descalificar al exitoso y para dejar de obsesionarnos por los que nos divide en lugar de estimular lo que nos une.
Ese cambio cultural tiene que traer la concordia a nuestro país, que es la única base que hará posible el desarrollo de nuestro país.