Depilar al barbudo. Algunas de las ideas ni siquiera tenían como objetivo matar a Castro y parecían más ingeniosas travesuras de estudiantes de secundaria. El Comité Church señaló que desde marzo hasta agosto de 1960, “la CIA evaluó planes para minimizar el carisma de Castro saboteando sus discursos”. Una idea que se manejó fue esparcir con aerosol un químico similar al LSD en el estudio de grabación de Castro, pero el plan fue rechazado. La idea era mostrar a los cubanos que su líder había perdido la razón, de esa manera dejarían de confiar en él. De igual manera, la División de Servicios Técnicos (TSD, sigla en inglés) consideró introducir un químico que produce desorientación temporal, de manera que Castro apareciera como un tonto. Quizá uno de los atentados más peculiares que se planificaron en su contra fue dirigido contra su barba, ícono de los revolucionarios y considerada un elemento importante de su magnetismo.