Las redes sociales y muchos amigos de opinión fundada se mostraron sorprendidos y maravillados por el curioso hecho de un niño de 7 años que llevó un fajo de 9.000 dólares (de a 100) y repartió en una escuela de Asunción entre sus compañeros.
Claro. Es lógico. Como hecho resulta, aparte de raro, sumamente cautivante y de mucho impacto.
El niño se llama Saúl y se convirtió pronto en una suerte de ícono de la generosidad, una especie de Robin Hood de estos días (aquel que robaba a los ricos y a la Corona para repartir el botín entre los pobres del pueblo).
Más allá de la mirada romántica y hasta farandulera del caso, lo ocurrido pone en escena un aspecto más de lo que sucede en el país y deja al descubierto hasta dónde lo desembozado de la situación, del escandaloso mal manejo de la cosa pública y de la distribución inequitativa de la riqueza, que llega a mostrarse por un lado como un exceso de recursos y, en otros lugares, ni mil guaraníes para un pan.
Sin quitarle la gracia que muchos quisieran hallar en el hecho, lo que queda en la trastienda es terriblemente triste y jodido, como decimos por estas latitudes.
¿Quién guarda 9.000 dólares en su casa sin ninguna seguridad y de modo tan descuidado para que un niño lo tome, lo lleve y disponga de él, sin que siquiera se percaten de que la plata no está?
¿Por qué alguien tiene tanto dinero –casi G. 50.000.000– en el hogar y no en un banco, como corresponde en estos tiempos y sin que se preocupen por ello?
¿Cuál debe ser el origen del fajo de billetes en dólares que se tenía como al descuido o de un modo poco prolijo que hasta un nene de corta edad lo toma y lo guarda sin que nadie se dé cuenta?
Las preguntas pueden ser muchas. Y las respuestas también, tal vez.
Los familiares recuperaron en parte el dinero, dicen las noticias. Pero no trascendieron más informaciones. No hubo denuncias ni nada. Todo quedó en una nebulosa fantástica. Se instauró la anécdota y hasta ahí. ¿Qué hay en el fondo de esta historia? ¿Quiénes son los familiares del niño? ¿A quién realmente pertenece el dinero? ¿A qué se dedica el dueño de los dólares? ¿Cómo hace uno para tener 9.000 de los verdes y dejarlos por ahí como si uno no necesitara gastarlos? Dijeron que era para un viaje a Disney o pagar cuentas del mes, etc.
Más allá de lo que cualquiera pueda especular, el asunto es que hay gente con mucha plata que hasta la deja en la casa y otra –mucha, muchísima– que se muere de hambre en el país, que no tiene dónde caerse muerta, o que muere sin esperanza porque no logra llegar a una asistencia médica básica.
Lo de Saúl es una triste historia por lo que desnuda, y que pone feliz –provisoriamente– solo a quienes se quedaron con los 100 dólares...