“No más ventas, el lago quiere vivir”, “Nos están robando nuestro lago”, “Las costas son públicas”. Son escritos que se observan sobre algunos de los murallones de piedra que impiden el acceso a las orillas del emblemático y bello lago de Ypacaraí, en San Bernardino, sobre la nueva ruta que une la ciudad veraniega con Luque. Aunque casi pasan desapercibidos entre la vegetación, reflejan un problema grave y de larga data: la privatización de las playas del lago.
Hacia el citado nuevo emprendimiento vial, que cruza el río Salado, hablamos de la venta masiva de terrenos municipales y áreas naturales protegidas, como son los esterales, que ahora corren gran peligro. Son zonas altamente sensibles al ecosistema del lago, y que tienen el amparo de la Ley 294 de Impacto Ambiental y la 352 de Áreas Silvestres Protegidas.
Por el otro sentido, hacia el Este, realizando un recorrido en lancha, es fácil percatarse que prácticamente el 90 por ciento de las costas de San Ber están en manos de clubes y particulares.
De hecho, son contados –y también pequeños– los sectores municipales en donde el público puede llegar hasta las orillas y disfrutar libremente de las aguas de este recurso hídrico que, por otro lado, parece resistirse a morir de manos de los cientos de litros de desechos contaminantes que recibe diariamente de San Lorenzo y alrededores.
Aquí vemos que hay tierras públicas en manos de particulares. Es una realidad que no puede seguir quedando impune, encerrada en esa “vox populi” que resuena entre los pobladores cuando uno comienza a hablar del tema.
Si la Municipalidad local no reacciona o guarda un silencio cómplice, la Secretaría del Ambiente, la Fiscalía y hasta la Contraloría tienen la obligación de tomar cartas en el asunto. De hecho, la Ley 1294 “Orgánica Municipal” faculta a las comunas a liberar las playas. ¿Es posible soñar con una costanera en San Bernardino, que permita a la gente disfrutar nuevamente de las aguas del Ypacaraí como en otras épocas? ¿Se animarían los jueces y abogados, muchos de ellos socios de los clubes o “dueños” de playas, a aplicar la ley ante estas situaciones?
Recuperar espacios públicos sobre el lago y proteger naturales áreas sensibles, será un avance para esta localidad. “San Bernardino no es para todos. Es de algunos por tradición y de otros por inversión”, me dijo sobre el punto un antiguo visitante. Es cierto, pero quizás sea tiempo de aspirar otro presente para esta ciudad y ese hermoso lago de atardeceres inolvidables.