En verdad, nuestras dudas se asentaban no solo en la poco conocida trayectoria del señor Cartes, sino, y principalmente, en que el partido Colorado, que acaparó el poder en 60 de los últimos 66 años, fuera capaz de rectificar su rumbo, pese a que el revés de pasar a la llanura en el 2008, significó un trauma que su dirigencia asimiló a duras penas, con resistencia y “pase de facturas” entre grupos antagónicos.
Lo que Cartes propone, y genera resistencias, no solo en el Partido Colorado sino en gran parte de la clase política, es romper los paradigmas o modelos mentales sobre el ejercicio del poder, las prerrogativas o privilegios que creen tener, como si el abuso prolongado creará derechos adquiridos para quienes lo cometieron.
Desde este punto de vista nos parece oportuno expresar el respaldo a las intenciones declaradas y ofrecer el aporte de nuestra Asociación para colaborar en que ese sea el rumbo. La lucha contra la pobreza, proclamada por el presidente como el eje prioritario de la acción estatal, con la cooperación del sector privado en la creación de riqueza, ha estado siempre en la visión y la misión de la ADEC, en su enfático apoyo y capacitación en la Responsabilidad Social Empresarial, y en sus prestigiosos premios anuales que identifican y premian a empresas y empresarios cuya gestión excede a lo regulado por las leyes, para contribuir con el desarrollo y el bienestar de la sociedad.
Recapitulando un artículo anterior en el que habíamos analizado “por qué fracasan los gobiernos”, y otro de la amiga Patricia dos Santos, donde auguraba “que no les coma el sistema”, entendemos que los principales obstáculos que tendrá el mandatario son la inercia de los hábitos de ineficiencia y corrupción, empotrados en los partidos políticos y en la administración pública. Aun cuando le impulsen los mejores propósitos, todos los sistemas sociales y biológicos tienden a rechazar el cambio –cualquier cambio–, y a buscar la inmovilidad perpetua.
Es aquí donde la ciudadanía, en forma espontánea e individual, o a través de sus organizaciones, debe cerrar filas en torno al mandatario, siempre que él se mantenga fiel a sus enunciados, para protegerlo y escudarlo de la inexorable reacción de los corruptos que se sientan traicionados. “Dios me proteja de mis amigos, que de mis enemigos me protegeré solo”, bien podría ser la oración cotidiana del señor Cartes.
El señor Cartes y sus colaboradores más cercanos deben tener claro que romper paradigmas arraigados, es difícil, pero absolutamente necesario. Sus partidarios, ahora algo decepcionados, deben entender que la renuncia a prebendas o privilegios inmediatos tiene sentido en la medida en que los beneficios que creen reservados a ellos sean compartidos por todos los paraguayos, de modo que en el futuro todos disfruten de lo que solo acaparan hoy, ilegítimamente, los pícaros aprovechados.