Apertura, transparencia y tolerancia.
Son tres sencillas palabras que, sin embargo, asustan a quienes temen los cambios... Cambios, que por suerte el papa Francisco los ha interpretado a la perfección y ahora intenta llevarlos a la práctica dentro de la Iglesia Católica.
Una Iglesia Católica que por fin se muestra en sintonía con la realidad de las sociedades en las que vivimos, las creyentes y las no creyentes también.
“Los P. Sinodales, reunidos en Roma junto al papa Francisco en la A. Ex. del Sínodo de los Obispos, nos dirigimos a todas las familias... Hemos reflexionado sobre el acompañamiento pastoral y sobre el acceso a los sacramentos de los divorciados en nueva unión”, señala parte del documento difundido por el Sínodo en cuestión y que sacude las vetustas estructuras de una Iglesia conservadora y aislada de la realidad.
Un Sínodo de Obispos que además ha servido para demostrar que Jorge Mario Bergoglio es como el político o el dirigente con el que toda sociedad actual sueña: el que, definitivamente, cumple con lo que promete.
Ya ha dado muestras más que suficientes de ello. No solo ha ordenado la limpieza de las finanzas vaticanas, sino que también ha dejado muy en claro que los pederastas y sus cómplices no tienen ya cabida en la Iglesia.
De acuerdo con analistas del Vaticano, el abrazo en el que Francisco se confundió con Benedicto XVI durante la beatificación del papa Pablo VI, no ha sido otra cosa que un claro mensaje al mundo de que en sus decisiones, no está solo.
No entiendo cómo es que cuesta tanto entenderlo. Lo ha hecho de la manera más directa, clara y sencilla posible.
Después de este gran paso dado por la Iglesia, miles de personas a quienes se les negaba sacramentos como la comunión o el bautismo ya no podrán ser discriminadas (la readmisión en los sacramentos de los divorciados vueltos a casar, por ejemplo).
También se aprobó –118 contra 62–, el párrafo que planteaba la atención pastoral a los homosexuales “con respeto y delicadeza” evitando la “injusta discriminación”. Lo que no implica –como aparentemente muchos quieren sea interpretado–, una campaña a favor de la homosexualidad.
¡Que tenga una buena jornada!