Algo más de unos 920.000 dólares registró a nivel internacional The Beatles: Eight Days a Week, seis días después de un estreno azuzado por un intenso despliegue promocional y por el mismo truco de pase limitadísimo, ya que, tal y como se anunció, ayer se celebraron sus últimas proyecciones en salas.
Havana Moon, the Rolling Stones Live in Cuba, dirigida por Paul Dugdale, estará aún menos tiempo en cartelera, no más de 24 horas, con “contenido exclusivo que solo podrá verse” mañana en Paraguay, en Cinemark.
No habrá coincidencia en cartelera, pero el morbo por reeditar aquella supuesta rivalidad de antaño entre las dos mayores bandas de la música británica no impedirá examinar las cifras cosechadas, tanto en asistencia de público, como en el veredicto de los críticos, que en los últimos años celebraron títulos como Amy.
Para Luis Hidalgo, director del festival In-Edit (la cita más importante de España en torno a este género), el hecho de que la batalla ahora se libre en el terreno del documental musical se debe a que “la industria ha descubierto un gran arma para atraer público y descubrirle música” y al deseo de “seguir rentabilizando unos nombres cuya historia está ya más que explicada”.
“La película de Howard no muestra nada que no se conozca, más allá de un nuevo concierto limpio, libre de ruidos (...). El documental de los Stones me parece peor que el de los Beatles, sobre todo porque se arrogan un papel fuera de lugar, el de salvadores paseando por Latinoamérica. Se presentan casi como los introductores de la democracia en Cuba”, dice Hidalgo.
Queda por ver cómo reaccionarán los especialistas ante la obra de Paul Dugdale, joven realizador de videoclips y de documentales nominado a varios premios Grammy y conocido por su trabajo junto a otras estrellas como Adele o Coldplay. EFE