Eso se observa a simple vista al recorrer los pasillos de la sede central de esa casa de estudios, en el campus de San Lorenzo.
En el día 104 de paro, los universitarios volvieron a cerrar los accesos a las aulas, salones y oficinas administrativas. Esta vez amontonaron gigantesas piedras frente a las puertas de las dependencias que habían sido despejadas a la fuerza –el pasado miércoles– por decenas de funcionarios de Fiuna.
Ese “operativo limpieza” crispó aún más los ánimos de quienes hace más de tres meses piden la renuncia del decano Éver Cabrera, del vice, Luis Cardozo, y de todos los miembros del Consejo Directivo.
Más de 200 universitarios se reagruparon ese día en la facultad y decidieron resistir con la medida de fuerza. Mientras, los funcionarios y docentes –leales a Cabrera– expusieron en la víspera ante el vicerrector de la UNA, Héctor Rojas, sus testimonios sobre el enfrentamiento con los estudiantes y sus padres. Lo único que piden –dicen– es respeto para acceder a sus puestos laborales.
“Sin alumnos”. En Ingeniería se respira un aire de tensión en reposo. El silencio de las aulas vacías desconcierta y como un canto mudo exhibe el drama que atraviesa esa facultad.
Un equipo de ÚH pudo constatar ayer que las planillas de asistencia con la inscripción “sin alumnos” abundan.
Desde que empezó el paro, en una materia –por citar– solo tres a cinco alumnos han asistido, de forma regular, de un total de 90 inscriptos.
Incertidumbre. Los universitarios en paro miran con cierta desconfianza lo que resuelva –el próximo lunes– el Consejo Superior Universitario (CSU), en la sesión extraordinaria convocada por el rector, Abel Bernal, para tratar por tercera vez el conflicto que vive esa casa de estudios.
Temen que, por ejemplo, se acuerde otorgar un permiso al decano, medida que “dilataría” aún más la intervención.