Lo que parecía convertirse en una festividad con menor afluencia de personas, a diferencia de años anteriores, tomó un color diferente mientras se aproxima la hora cumbre en la ciudad de Caacupé.
El grito tradicional de ¡Vela!, ¡Vela!, que se escucha al final de la peregrinación, tras llegar a la zona de la Basílica, se confunde con las voces de los demás comerciantes que ofrecen pilotines, bolsas y carpas, para que los peregrinos se protejan de la lluvia.
Alrededor de las 21.00 y casi como un relámpago la zona santa se fue poblando de creyentes. El panorama horas antes, era muy diferente; parecía que la multitud quedó intimidada por los pronósticos de clima severo para la Capital Espiritual.
Los fieles buscan algún sitio para refugiarse del agua y descansar mientras se aproxima la hora de la eucarística central; otros optan por rezar a la Virgen y regresar a sus hogares.
A primera hora de este miércoles, el movimiento de personas era escaso en el centro de Caacupé, situación que empezaba incluso a preocupar a comerciantes que se trasladaron hasta la ciudad para esta festividad.
La zona conocida como Kurusu Peregrino, de apoco se pobló de peregrinos, así como la ciudad de Ypacaraí. El mayor número de fieles se espera durante la madrugada y amanecer de este jueves, convocados para la misa central, que se celebrará desde las 06.00.