El viernes pasado he participado como comentarista del Seminario Internacional sobre Crecimiento y Productividad, organizado por el Banco Mundial, con la presencia de expertos locales y extranjeros de primer nivel en distintas áreas que nos permiten entender con mayor claridad nuestras oportunidades y desafíos. En dicho evento, hubo un consenso respecto al camino que nuestro país está transitando, los avances que hemos tenido, los desafíos que tenemos y las barreras que necesitamos ir derribando para incrementar el ritmo del desarrollo de nuestro país.
En este sentido, si bien hemos empezado a crecer nuevamente desde el 2004 en adelante, el ritmo es insuficiente para acelerar la convergencia hacia el ingreso promedio de los países desarrollados. Para avanzar más rápidamente hacia los umbrales del desarrollo necesitamos tasas de crecimiento económico superiores al 6% anual en promedio en las próximas décadas. Un enorme desafío porque la capacidad de crecimiento actual de nuestro país no supera el 4% anual.
Las barreras para alcanzar estas tasas de crecimiento son de carácter estructural. Por un lado, la baja calidad de servicios públicos básicos de educación, salud e infraestructura reduce los niveles de productividad de la economía. Por otra parte, el ahorro nacional es muy bajo (apenas el 16% del PIB) condicionado por una baja tributación y mala calidad del gasto público que resulta en un ahorro estatal insuficiente; y la alta informalidad laboral (apenas un poco más del 20% de los trabajadores están asegurados en el IPS) que reduce el ahorro previsional. Y, por último, la inversión extranjera directa es casi inexistente a causa de la escasez de capital humano, la inseguridad jurídica y la inflexibilidad laboral.
En los últimos quince años hemos avanzado en algunas reformas importantes: se consolidó la estabilidad macroeconómica con un Banco Central autónomo, una política de metas de inflación y la Ley de Responsabilidad Fiscal para gobernar la dinámica de la deuda pública y mantener la sostenibilidad de las finanzas públicas. Contamos con una Ley de Alianza Público-Privada en proceso de implementación, que requiere algunos ajustes para mejorar su eficacia e incrementar la inversión privada en infraestructura. La Ley de Fonacide, que asigna los recursos de las compensaciones de Itaipú a infraestructura, educación, salud y financiamiento a largo plazo.
Sin embargo, para alcanzar una tasa de crecimiento promedio del PIB del 6,5% anual en las próximas décadas necesitamos incrementar el ahorro nacional a niveles del 22% del PIB, atraer inversiones extranjeras directas que representen un 4% del PIB e incrementar el crecimiento de la productividad global de la economía hasta un 1,75% anual en promedio. Para lograrlo debemos avanzar en reformas estructurales en áreas fundamentales como las siguientes:
Reforma del sistema previsional: crear un ente regulador, una cartera de inversiones referencial, separación de pensiones y salud, incrementar la cobertura, etc.
Reforma del sistema educativo priorizando la calidad: criterios de selección y permanencia de maestros, priorizar formación y capacitación de los maestros, salarios por formación, capacitación y resultados.
Reforma del sistema de justicia: mecanismos de selección, permanencia y salida de jueces y fiscales que garanticen transparencia e independencia del Poder Judicial.
Reforma laboral: que combine flexibilidad con seguridad. Eliminar la estabilidad a los diez años, introducir un seguro de desempleo, fortalecimiento del sistema de capacitación laboral continua, etc.
Reforma del sistema de salud: converger hacia un sistema de seguro de salud universal basado en el desprendimiento de la salud previsional del IPS.
Ajustes al sistema tributario: que incrementen los ingresos fiscales y mejoren la equidad del mismo de tal manera a financiar los mayores costos que implicará la provisión de servicios públicos de mejor calidad.
En este seminario hubo un alto nivel de consenso sobre los desafíos para que nuestro país transite más rápidamente hacia los umbrales de desarrollo. Llevar adelante las reformas estructurales necesarias requiere mucho liderazgo y una visión clara de largo plazo por parte de nuestros líderes.