El consumo de agua es esencial para evitar la deshidratación, contrarrestar los embates del calor y mantener el buen funcionamiento del intestino. En contrapartida, su falta puede producir en el organismo, además de deshidratación, incremento del nivel de glucemia (azúcar en sangre), en el caso de los diabéticos puede ocasionar descompensación.
Para que el cuerpo se mantenga hidratado se recomienda beber por lo menos 2 a 3 litros de agua por día y no menos de esto.
En lo posible beber agua sin sodio, principalmente aquellas personas que padecen de hipertensión arterial o insuficiencia cardiaca, puesto que el sodio hace que la presión se incremente y retenga el líquido del cuerpo. La retención de sodio en una persona con antecedentes cardiacos puede desencadenar en insuficiencia cardiovascular.
Para aplacar la sed no se recomienda el agua gasificada, ya que contiene sodio y colorantes, y no cuenta con ninguna ventaja frente al agua potable.
Beber jugo de frutas si bien es saludable, no suplanta el requerimiento de agua que el cuerpo necesita, es decir, pese a que contiene agua no aporta los minerales necesarios como lo hace el vital líquido.
A la hora de consumir jugos de frutas se sugiere hacerlo con moderación, porque aparte de fructosa (hidratos de carbono) aporta calorías.