“Hace unos meses, vimos en los diarios que un muchacho de la cárcel de Emboscada tenía el sueño de formar una orquesta dentro del penal. A raíz de su pedido los de Sonidos de la Tierra se interesaron y nos tocó a nosotros también. Es un sueño hecho realidad”, indicó la reclusa que junto a sus compañeras actuó por primera vez ante a un numeroso público entonando villancicos frente al templo de la Recoleta. Allí se encendieron las luces de un árbol gigante de Navidad, llamado el “árbol de los buenos deseos”, ubicado sobre la avenida Mariscal López.
El concierto forma parte de las actividades de reinserción social a través de la música que lleva adelante el Ministerio de Justicia, con el importante apoyo de empresas, organizaciones civiles y otras instituciones públicas.
Horas antes de la presentación, las reclusas fueron a la peluquería y retiraron sus uniformes para el acto que empezó a las 20.00. Las mismas, acompañadas de la jefa de despacho, Claudia Riveros, del director del Establecimientos Penitenciarios, Artemio Vera, abandonaron por un momento el lugar de reclusión y experimentaron la libertad por unos minutos. Alrededor de las 20.50, escoltadas por guardias, volvieron a sus respectivas celdas.
Las chicas llevaban camisas de ao po’i y un gorro distintivo a las fiestas de fin de año. El público recibió con aplausos la presentación de las internas a lo largo de las interpretaciones.
El grupo está conformado por internas de todas las edades y de distintos pabellones. Se reúnen los martes y los jueves para las clases. En principio, las clases son de coro, pero tienen proyectado que las internas aprendan a ejecutar instrumentos y no se descarta la formación de una orquesta dentro del penal.
Permiso especial. La actual jefa de despacho del penal, la abogada Claudia Riveros, explicó que no fue tan sencillo mover a las internas fuera del penal para que den el concierto en plena vía pública, pero admitió que el esfuerzo valió la pena, ya que estos proyectos forman parte de uno de los ejes para la rehabilitación de las personas privadas de su libertad.
“No fue nada fácil hacer este movimiento. Tuvimos que hacer varios trámites y el juzgado de ejecución nos otorgó el permiso correspondiente”, explicó.