@VirgilioCCeres
Rubén Sosa, hincha del Sportivo Luqueño, sufrió un cambio radical en su vida desde hace casi tres años, cuando fue atacado por una turba de supuestos barras de Olimpia y acusó 15 puñaladas en todo el cuerpo. Las heridas fueron graves, le afectaron la columna y terminó en silla de ruedas.
Era el mes de agosto del 2014. Lo poco que recuerda de ese episodio violento es que volvía de jugar fútbol, cuando a unas cuadras de su casa y a mitad de camino, lo interceptan unos jóvenes. Lo hirieron a puñaladas y lo abandonaron a su suerte.
Sus familiares lo llevaron al hospital y atribuyen a un milagro que siga con vida. Su pulmón y riñón funcionan solo en un cincuenta por ciento, de acuerdo a lo que explica muy sentido don Víctor Sosa, padre del joven.
Rubén, al reflexionar sobre su situación, mira desde otro horizonte el desarrollo del fútbol, el fanatismo extremo y la violencia. “Viendo los riesgos, daños y consecuencias, no vale la pena arriesgarse, y hacer cosas inapropiadas no lleva a nada bueno. Es insensato quitar la vida de la persona por un trapo, no tiene sentido”, dijo.
“El fanatismo puede llegar a corromper y depende de cada uno, si quiere terminar mal, ya sabe qué debe hacer. Los actos vandálicos que se hacen son solo para alimentar el ego, disparar, sacar remeras, atacar, todo eso se hace para eso. A veces sale de las manos de los jefes o dirigentes porque el comportamiento depende de cada uno”, manifestó.
Aseguró el joven, con pocas esperanzas, que esto no tendría fin ya que todo pasa por la actitud de cada uno. “Ni trabajo ni educación parece que traen solución, depende de cada uno. NI aunque sea pobre o de nivel alto, depende de cada uno. Por eso pido que no reaccionen ante desafíos, que sean prudentes o se puede terminar con secuelas”, recomendó la víctima.
salud. Su situación sigue siendo grave. Rubén ya fue sometido a siete cirugías que han generado millonarios gastos a su familia. Se pasa el 80% del día acostado y su vida social ya no es la misma de antes, refiere su familia. Lee libros, ve películas y pinta imágenes, en su mayoría, alusivas a su querido Sportivo Luqueño.
Su caso fue parcialmente aclarado. Dos de los atacantes, que son sus propios vecinos y conocidos –pero aficionados de otro club–, fueron detenidos y están presos.