Negando que esto sea populismo, instó a una mayor acción de los políticos. Uno de los reclamos para la clase política es que asuman con determinación y visión de futuro una reforma financiera.
“Hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia. Se acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión”, advierte Francisco.
Agregó que cuando la sociedad –local, nacional o mundial– abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad.
“Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz”, apuntó.
El cardenal de Múnich Reinhard Marx, uno de los ocho consejeros especiales del Papa, dijo que Francisco destinó sus críticas a la sociedad moderna, “pero también a la Iglesia, que siempre está tentada a ser introspectiva y traicionar su misión de evangelización”.