18 abr. 2024

¿Querés un 2 o podés pagar un 5?

Antes del séptimo día

Con este campechano desparpajo se iniciaba la conversación entre la mafia de funcionarios de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica y muchos estudiantes avivados.

El escándalo que afecta a la más antigua y prestigiosa de las universidades privadas asombra, incluso en Paraguay.

Es justo iniciar reconociendo el valor de las autoridades de la casa de estudio al transparentar una información dolorosa que invitaba a darle una solución discreta, puertas adentro. Dicho esto, imposible no señalar algunas cuestiones sorprendentes.

Deslumbra el descontrol administrativo. Era espantosamente fácil cambiar una ausencia o un aplazo por una nota de aprobación. No se trata de una facultad con miles y miles de alumnos. ¿Cómo fue posible que a ningún funcionario no involucrado, ningún profesor, ningún auxiliar de cátedra le haya llamado la atención que alumnos que no habían rendido una asignatura avanzaran como si nada?

Estaba tentado de señalar mi sorpresa por la indolencia de los compañeros de los estudiantes tramposos. Algunos habían comprado las notas de más de treinta materias. Es casi imposible suponer que no se hayan percatado de que no rendían nunca.

Leonard Chung Wang, de acuerdo a lo publicado, logró modificar las actas de 39 asignaturas –una buena parte de la carrera completa– sin que nadie lo denunciara. Pero al enterarme de que el hoy “abogado Leo” fue electo presidente del Centro de Estudiantes, la palabra sorpresa es insuficiente. Estoy estupefacto.

Eso se convierte en una sensación de horror al pensar que si esto sucede en una universidad asuncena y tradicional, lo que puede estar pasando en las centenas de carreras de universidades de garaje, de sitios lejanos del interior y con dudosos membretes debe ser inenarrable.

Debería terminar con la esperanza de que este triste episodio significara el inicio de un proceso de depuración y castigo no solo en la Universidad Católica sino en todos los centros de enseñanza superior del país.

De lo primero no tengo por qué dudar, la reacción de sus autoridades ha sido correcta.

Lo segundo, es improbable. El Estado, pese a todas las advertencias, convirtió el control de las universidades en un carnaval desbocado.

Rece conmigo para que el próximo abogado, médico o ingeniero que contrate haya sentido alguna vez, durante sus años de facultad, el saludable temor de enfrentar una mesa examinadora de verdad.