Por Rocío Cáceres | rcaceres@uhora.com.py
El festejo se hará como a él le gusta, cantando y compartiendo escenario con amigos, el viernes 3 de enero, desde las 20.00, en la Sede Social del Club 12 de Octubre de Itauguá. “Imaginate, 54 años recorriendo el país, casi todos los depar- tamentos y también un poco en la Argentina. Me siento muy bien, tengo 75 años cumplidos y gracias a Dios soy guapo todavía, voy a seguir cantando”, enfatiza don Quemil.
Siempre quiso cantar y comenzó desde pequeño en su ciudad natal y en Alfonso Tranquera, donde pasó parte de su infancia. “A mí desde chico me gustó el arte, hacíamos veladas, comedia, recorríamos la cordillera para recaudar fondos para nuestra escuelita, desde aquel tiempo ya me gustaba el arte y la gente mayor me hacía la liga (sic) para probar mi suerte”, rememora.
Quemil trabajaba en la capuera con su papá, destilaban esencia de petit grain. “Una vez le dije a mamá que quería irme, pero mi papá se oponía; sin embargo, ella me dijo ‘tereho si que che memby e proba’ (andá mi hijo a probar)”, relata.
Su pasión por la imitación vino antes. “Cuando tenía dos o tres añitos papá me llevaba en su regazo al campo para traer la lechera, y ahí escuchaba a los pájaros, y me dicen que ya intentaba imitarlos, todo aprendía de oído”, señala el músico.
A los 21 años, con su guitarra a cuestas y teniendo como compañeros a Francisco y Marco Iglesias, se lanzó a la aventura de conquistar escenarios. “En 1959 comencé, me fui con dos chicos hacia Alto Paraná, en aquel entonces el Puente de la Amistad se estaba construyendo y me invitaron a subir sobre el puente y me puse a cantar con ellos”, recuerda Quemil sobre sus primeros pasos con la música.
Al año siguiente viajó a Asunción y formó el grupo con el que continúa hasta ahora. “Mi mayor satisfacción es el cariño de la gente, donde voy me reciben muy bien, con los brazos abiertos; acá al salir de casa, las señoras me ven ha che rovasa: ‘tereho porãitéque, che memby, ha eju jey, toho nendive Ñandejára’ me dicen (me bendicen: que te vaya bien y que vuelvas muy bien, mi hijo, que Dios te acompañe)”, cuenta al agregar que cuando viajan en el bus del grupo “bocina pupe (al son de las bocinas) nos llevan hasta el destino, y en ambas veredas nos saludan”.
Reconocimientos. Más de 180 trofeos y pergaminos adornan la amplia sala-comedor de la casa de don Quemil, que son testimonio de su labor de más de 54 años.
Entre todos los reconocimientos, se destaca el pergamino que Su Santidad el papa Juan Pablo II (ahora Beato) otorgó al artista y su familia; además el reconocimiento de Tesoro Viviente de la Humanidad de la Unesco y la Orden al Mérito en el grado de Gran Cruz, la máxima que se entrega a un civil. “Mba’éicha ñande guapo mo’ái upéicha, ñande mbo resãi (cómo no vas a ser guapo así, eso nos da salud)”, dice entre risas don Quemil. Recientemente obtuvo el Premio Nacional de Música 2013 en la categoría de Música Popular o Vernácula, por su tema Lidia Mariana.
“Imaginate, entre tantas lindas músicas que existen en el Paraguay, le tocó a Lidia Mariana, letra y música mías; ni trabajando dos años voy a ganar todo lo que me hizo ganar esta música”, dice.
Los premios para la trayectoria de Quemil siguen; en 2014, la Cámara de Diputados le entregará el reconocimiento de Comuneros, durante la primera sesión del año que viene. Mientras, él está feliz con sus logros y su música.