Parece que es cierto: cuando se encuentra o se descubre un caso grande de corrupción, y los involucrados son peces gordos, todos los demás pecadillos de la sociedad tuvieran que ser vistos como tropiezos inocentes y ser perdonados.
Toda la atención se focaliza en aquellos que andaban calladitos, con perfil bajo, cometiendo sus fechorías. Es como que de repente se acabaran todos los demás temas para que la estrella de la corrupción descubierta, por extraña paradoja, brille sola. Paradoja, porque las estrellas tendrían que brillar solo en torno a hechos que engrandecen al ser humano, no que lo degradan y lo demuestran en su versión más horrible e indigna.
Lo que se ve en estos casos, que de pronto se vuelven excluyentes porque dejan de lado por unos días o unas semanas todo lo demás, es gente que tiene grandes puestos en su trabajo, lugares privilegiados, sin asistir nunca o haciéndolo solo para marcar su tarjeta con asistencia perfecta, sin falta alguna, hasta en los feriados.
Se ven también en este desfile mujeres que canjean un empleo oficial por prestaciones sexuales, anoten el recuerdo de un club cuyos jugadores son o eran pagados con dinero del Estado y que pertenece a un ronco senador.
Así hay muchos casos.
Algunos se olvidan o no les conviene entender que cada caso es un daño económico distinto, pero que sumado es mucho mayor al de la nafta que involucra y desnuda a quienes deberían dar ejemplo de honestidad, pues son los custodios de nuestra seguridad.
Lo que por lo visto, en algunos casos, debalde se cree es que esos que tendrían que protegernos, cuidarnos, se dediquen realmente a eso y no a hacer negocios, que, por lo que se ve en los medios de información todos los días y a todas horas, les da muy buenos dividendos.
Debería haber castigos ejemplares para los que se apoderan de lo ajeno (que es de todos, en realidad, tratándose de bienes públicos) y, así, aunque todo se derrumbe, será para que se entienda qué es la verdadera justicia.
Debajo de la falta de sanción es que crecen las hierbas malsanas de la corrupción y se multiplican a niveles increíbles. Cuando se descubre lo que pasa, ya suele ser muy tarde por el daño ya causado.
Si los corruptos al menos están en su jaula en compañía de su delito, puede ser que se den cuenta de la idiotez que estuvieron cometiendo.