Por Noelia Duarte Solís
CIUDAD DEL ESTE
Marcelina Suárez, la mujer de 35 años que es madre de 12 niños y vive en condiciones de extrema pobreza, recibió ayer su cédula de identidad, lo que permitió la inscripción de sus hijos en el Registro Civil y la tramitación de sus documentos de identificación.
El caso tomó estado público en marzo de este año cuando un vendedor de bienes raíces llegó hasta la vivienda de los Suárez y expuso en las redes sociales las condiciones lamentables en que vivían. La solidaridad ciudadana no se hizo esperar y las instituciones públicas también dieron su aporte al conocer que no existían civilmente y no contaban con asistencia sanitaria.
Hace unas semanas, agentes del Registro Civil y de Identificaciones de la Policía Nacional estuvieron por el lugar para las gestiones de documentación de Marcelina y sus hijos. Finalmente, ayer le entregaron su cédula de identidad paraguaya que, según dijo, nunca pudo tramitar porque todos sus documentos se quemaron en un incendio.
Teresa Müller, directora regional del Registro Civil, explicó que los niños fueron inscriptos con el oficial Édgar Fernández, de la oficina 504 de Ciudad del Este. La copia de los documentos fue entregada al personal de Identificaciones, que les tomó las huellas dactilares y las fotografías para la confección de la cédula de identidad.
El suboficial Carlos Benítez explicó que en este caso expiden las cédulas de identidad con un trámite preferencial por la situación misma de la familia.
“La cédula de la señora estuvo lista en menos de 10 días y creemos que la de los chicos también tendrá el mismo proceso”, explicó el agente de Identificaciones.
La documentación de Marcelina y sus 12 hijos permitirá que quienes van a la escuela como oyentes, pasen a ser alumnos regulares y puedan cursar todos los grados de la educación escolar básica que dispone el Ministerio de Educación y Cultura (MEC).
NECESIDADES. La casita de los Suárez está construida dentro de un predio de 5 hectáreas al que ingresaron hace 7 años. Se dedican al cultivo de mandioca y la cría de un par de cerdos que sirven para que no falte el pan de cada día. No cuentan con un baño adecuado ni las medidas de seguridad para el pozo de agua que tienen sin brocal, apeligrando la vida de la docena de niños.
El concubino de Marcelina trabaja como cuidador de un inmueble vecino, según se informó. Ahora, el predio que ocupan fue vendido y la numerosa familia tiene un plazo de 30 días para buscar un nuevo lugar donde vivir.
Se supo que el dueño del inmueble les pagará por los cultivos y los indemnizará para poder comprar un nuevo terreno en las inmediaciones.