18 abr. 2024

Profecías y fe religiosa en Aceh para superar el tsunami de 2004

“Y en el Día Final la tierra temblará en el este”, dice un hadiz o enseñanza de Mahoma, según el imam de la mezquita de Ulee Lhueu, el único edificio que se mantuvo en pie cuando el tsunami arrasó en 2004 esta aldea de la región indonesia de Aceh.

La gran mezquita Baiturrahman es el principal centro religioso de Banda Aceh, capital de la región de Aceh, 10 años después del tsunami que golpeó a la costa indonesia en 2004. EFE

La gran mezquita Baiturrahman es el principal centro religioso de Banda Aceh, capital de la región de Aceh, 10 años después del tsunami que golpeó a la costa indonesia en 2004. EFE

EFE

“Aceh está al este de la Meca”, precisa Muhammad Iqbal, quien hace diez años se encontraba fuera de la ciudad y se salvó de la destrucción causada por una ola de más de 20 metros provocada por un terremoto de 9,1 grados, el tercero más potente registrado por un sismógrafo.

Iqbal atribuye a “la gracia de Dios” el hecho de que el templo resistiera el envite de las tres olas que anegaron todo el recinto excepto la cúpula, donde, según relata, se parapetaron nueve personas que lograron sobrevivir.

Las profecías y la fe religiosa han sido uno de los principales instrumentos con los que han contado los habitantes de Aceh, una de las regiones más conservadoras de Indonesia, para dar sentido y superar el trauma causado por una catástrofe que se llevó 170.000 vidas.

“Vi una ola negra, enorme, que pasaba por encima de los cocoteros y lo primero que pensé es que aquello era el fin del mundo”, recuerda Teuku Mirwan, un carpintero de 31 años, que tuvo tiempo de trepar a un árbol de mango para salvarse.

La misma asociación apocalíptica hizo Nurhayati, una maestra de 34 años: “No sabíamos qué era aquello, no teníamos información. Nunca había oído hablar de un tsunami”.

Nurhayati se salvó al huir hacia una colina, pese a que la zona estaba bajo control de la guerrilla separatista del Movimiento Aceh Libre, que a raíz de la catástrofe firmó la paz con el Gobierno tras más de tres décadas de contienda.

En retrospectiva, el imam Iqbal interpreta el tsunami como un intervención divina para detener el conflicto, “de la misma manera -dice- que a un niño travieso que no hace caso a veces hay que darle un cachete”.

“Los dos (bandos) eran musulmanes. Quizá Dios quiso decir ¡basta! y esta (el tsunami) fue su manera de parar el conflicto”, dice el clérigo, que ve como compensación la implementación de la sharia en Aceh, la única región indonesia que se rige por la ley islámica.

Además de racionalizar el desastre, la religión ha sido el principal refugio de los supervivientes para superar la pérdida de familiares y el miedo pasado durante la terrible experiencia.

Surya tenía 7 años cuando el tsunami se llevó a 12 de 15 de sus familiares que se preparaban para visitar a una hermana en otra aldea.

Un vecino lo encontró por la noche con la pierna rota y lo llevó a un hospital, donde pasó más de un mes hasta que una organización no gubernamental, Plan, se hizo cargo de su recuperación.

“Ya no tengo miedo cuando hay terremotos o inundaciones”, dice Surya, que asegura que a los 12 años comenzó a recibir clases de religión en el colegio y a tomar conciencia de la importancia de Dios.

“Voy cada noche a la mezquita donde el imam nos enseña a no tener miedo, que solo debemos temer a Dios”, dice el joven.

“Cada noche voy a rezar con un imam que nos enseña el Corán y nos da fuerza”, añade Teuku Mirwan, el carpintero.

En el municipio de Aceh Besar, la profesora y psicóloga Sukmawati tardó varios meses, hasta que empezaron las obras de reconstrucción, en regresar a la escuela en la que trabajaba, que fue barrida por las olas y perdió a 340 de sus 400 alumnos.

“Rezo y leo el Corán cada día, porque me ayuda a reducir la ansiedad y a olvidarme de los problemas”, dice Sukmawati, que además de a los alumnos, trabajó para ayudar a los profesores supervivientes.

“Hablar y compartir las experiencias fue fundamental para superar el trauma. Nos decíamos que había sido una prueba que nos había sido enviada por Dios y que por lo tanto no debíamos tener miedo”, recuerda la profesora.

“Todo viene de Dios. Hay algunos que aun están traumatizados pero para superarlo solo hay que regresar a Dios. Los que tienen fe ya lo han aceptado”, concluye el imam de Ulee Lhueu.

Buchari, elegido alcalde de Aceh Besar tras el tsunami y uno de los políticos locales más comprometidos en las tareas de recuperación, acababa de iniciar su peregrinaje a La Meca cuando ocurrió la catástrofe que devastó la región.

“No tengo quejas porque la destrucción no fue algo planeado o llevado a cabo por las manos de un enemigo. Fue la obra de Dios”, dice el político. Jordi Calvet

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