Imágenes: Ivonne Velázquez.
Edición: Fabián Fleitas.
Texto: Saira Baruja.
Cuando llegamos a su casa ella estaba esperando ya en la puerta, siempre apoyada en su bastón, su fiel amigo y verdugo desde hace algunos años, cuando tuvo un accidente que le afectó la movilidad.
Ya tenía todo preparado sobre la mesa de la sala: certificados, fotos, libros, recuerdos varios y hasta una agendita donde anotó todas las respuestas a esas posibles preguntas. “Son muchos años, tengo que anotar todo para no olvidarme”, comentó entre risas.
Buenaventura Penayo Barrientos, más conocida como la Profe Buena, tiene 80 años, 50 de ejercer la docencia, se jubiló de las instituciones públicas y fue al sector privado, donde siguió ejerciendo hasta que lo permitió su salud. Hoy celebra otro Día del Maestro y lo hace como mejor sabe: enseñando.
Cada tanto recibe a niños y adolescentes, algunos del barrio, otros que llegan hasta ella porque se habla de su capacidad, paciencia y lo más importante: que no cobra.
Se recibió primero como catedrática, luego de profesora normal superior y como cereza de la torta apuntó directo a la licenciatura en Letras en la UNA. A lo largo de su carrera no se cansó de capacitarse, de hecho, para ella un docente no puede quedarse estancado en lo que aprendió en didáctica, tiene que capacitarse cada día.
Enseñó durante 11 años en la Escuela República de Haití; 29 años en la Escuela Fernando de la Mora, donde pasó de ser bibliotecaria, a profesora de grado y luego vicedirectora; otros 25 años los dedicó al colegio privado Santa Clara, donde generó también vínculos espirituales muy importantes para su crecimiento personal y profesional.
Actualmente forma parte de la Red de Oración del Sagrado Corazón de Jesús, vinculada siempre a su querida familia del Santa Clara. Es una de las fundadoras de los Heraldos del Evangelio y del semanario Cristo Hoy.
Escribió dos poemarios, uno de ellos es Ysapy, que lanzó por el Bicentenario y está en las bibliotecas de todas las instituciones donde trabajó y en otras de Asunción, ya que existen en total 100 ejemplares. El lanzamiento de su último libro está cada vez más cerca.
La comunicación es para la Profe Buena primordial y entonces también hizo un curso básico de lengua de señas, que llegó incluso a enseñar en las aulas.
La tarde fue pasando, entre fotografías y certificados, pero llegamos al punto más importante de la conversación: su sueño.
“Mi sueño siempre fue fundar una escuela donde puedan ir niños y jóvenes de escasos recursos, gente que de otra manera no puede acceder a la educación. Lastimosamente no pude lograr esa meta al cien por ciento, pero hago mi aporte dentro de las posibilidades que me dan mi edad y mi condición económica”, recordó con añoranza en los ojos.
Al final de la entrevista dejó un mensaje claro a los maestros modernos: utilizar la tecnología a favor de los alumnos y no olvidarse de que la mejor forma de enseñar realmente es el arte.