En los últimos diez años América Latina y el Paraguay vivieron una hermosa primavera. Fueron años de una gran bonanza, de un fuerte crecimiento económico, en parte gracias a los vientos muy favorables que vinieron de China y de Estados Unidos.
El acelerado crecimiento económico de China, hizo incrementar la demanda de nuestras materias primas y consecuentemente los precios se dispararon por las nubes.
La reducción de las tasas de interés de Estados Unidos para reactivar su alicaída economía, hizo que el dólar se depreciara y que muchos capitales vinieran masivamente a nuestra región, en busca de mejores rendimientos.
En el caso del Paraguay, la gran entrada de divisas hizo que el tipo de cambio pasara de más de 7.000 a menos de 4.000 guaraníes por dólar y las reservas internacionales del país pasaron de 600 millones a más de 7 mil millones de dólares.
Como dijo el presidente del Banco Central del Paraguay Carlos Fernández Valdovinos esta primavera se está terminando, y por lo tanto, tenemos que prepararnos para la llegada del invierno.
Estados Unidos ya se está reactivando y ha comenzado a normalizar su política monetaria y el dólar ya ha empezado a subir; la economía de China se está frenando y el precio de las materias primas ya ha comenzado a caer.
En el caso del Paraguay, se suma a este escenario mundial menos favorable, una situación regional que también es preocupante. Nuestros dos grandes vecinos, Brasil y Argentina, han desaprovechado los vientos favorables del pasado y en los próximos años van a tener que realizar ajustes económicos importantes que van a generar enormes inestabilidades sociales y políticas.
El escenario internacional y regional para el Paraguay va a estar muy complicado en los próximos años, y ojalá los dirigentes tanto del Estado como del sector privado, tengan la sabiduría para poder enfrentarlo.
Para poder pasar el invierno con éxito, hay cosas que vamos a tener que aceptar; hay cosas que no debemos hacer; y hay cosas que sí debemos hacer.
Tenemos que aceptar que el Paraguay va a tener un crecimiento económico menor en los próximos años y sobre esa base realista se deben hacer los planes futuros.
No debemos intentar impulsar un crecimiento económico más alto que el realista, basado en un rol protagónico del Estado, basado en un incremento de la inversión pública financiada con endeudamiento. Todos los países que lo hicieron terminaron muy mal.
El Paraguay de Stroessner en la década del ochenta también lo hizo, cuando ante el final de la construcción de Itaipú y la inevitable caída de la actividad económica, quiso sostener el crecimiento basado en inversión pública financiada con endeudamiento.
El resultado fue desastroso, el país incrementó su endeudamiento, se quedo sin reservas internacionales y se construyeron un montón de elefantes blancos. Lo único bueno fue que esa crisis ayudó a la caída del dictador.
Lo que sí debemos hacer es respetar la ley de responsabilidad fiscal, que permite incrementar la inversión pública pero con reducción de los gastos corrientes, que pone límites al endeudamiento y límites al déficit fiscal.
Lo que sí debemos hacer es concentrar la inversión y el gasto corriente en infraestructura, educación y reducción de la pobreza.
Lo que sí debemos hacer es tener una política exterior y comercial mucho más activa que nos permita abrir mercados e integrarnos a las cadenas industriales internacionales y regionales.
Los próximos años van a ser de “invierno” y de “inestabilidad”, lo cual va a exigir tanto al Estado como al sector privado, actuar con mucha prudencia. Tanto en los planes de crecimiento, como en el endeudamiento y en la reacción ante acontecimientos negativos.
Durante el “invierno” debemos construir las bases para tener un crecimiento alto y sostenible... cuando llegue de nuevo la primavera.