“Preparen el camino del Señor”.
Se nos recuerda a un Dios cercano a nosotros y actuante que paradójicamente nos necesita para hacer una tierra donde quepamos felices todos. ¿Nuestra vida es así?
Juan es claro. Tenemos que cambiar nuestro modo de ser. “Conviértanse porque Dios ya está cerca”.
Y esta conversión comienza en que reconozcamos con humildad nuestras limitaciones y fallas. Juan , refiriéndose al que va a ser presencia viva de Dios, Jesús de Nazaret, confiesa que “ni merece llevarle sus sandalias”. Adviento es un tiempo de purificación.
Conversión que crece con el bautismo del enviado de Dios. Otra vez Juan no tiene miedo en presentarse tal como es “ Yo les bautizo con agua para que se conviertan, pero el que viene detrás de mí y puede más que yo, él les bautizará con Espíritu Santo y fuego”.
¿Qué significa este bautizo de espíritu y fuego?
Pregunta importante porque hay cristianos que se han quedado en la religión del Bautista y no llegaron a la de Jesús. Se han bautizado con agua, pero no con el Espíritu.
Nosotros necesitamos repetir la experiencia de Jesús. Cuando dejó al Bautista, Jesús volvió a Galilea y comenzó a vivir un horizonte nuevo. Es el de un Dios Padre que busca hacer de la humanidad una familia más justa y fraterna. Quien no vive desde esta perspectiva no ha sido bautizado por el Espíritu. Es vivir cerca de los sufrimientos, problemas y alegrías de la gente. Y es ahí en medio de la vida donde se da el encuentro con el Dios Padre de todos.
Termino deseando que seamos como el Bautista, “la voz que grita en el desierto”.