“Lavamos a mano, pero el agua es muy fría. Ya no aguanto más”, lamenta la quincuagenaria, sentada en la oscuridad frente a una pila de ropa sucia, en su casa del barrio central de Furqan. Tras 4 años de combates y la evacuación de decenas de miles de rebeldes y civiles, el régimen anunció el 22 de diciembre la reconquista total de la segunda ciudad del país, tras adueñarse de los últimos barrios insurrectos del este. En la ex capital económica del país, más del 50% de los edificios y de las infraestructuras quedaron parcial o totalmente destruidas, según una evaluación preliminar optimista del Ayuntamiento.
El conflicto provocó la deslocalización forzosa de la industria, arruinó el célebre casco antiguo, y privó a los habitantes de servicios básicos como la electricidad y el agua.
Se van a construir nuevas líneas de alta tensión para traer electricidad desde la vecina provincia de Hama, asegura un responsable del ministerio de Electricidad.
Las obras, que durarán entre seis meses y un año y medio, costarán más de 4.000 millones de libras sirias –unos ocho millones de dólares–, indica ese responsable.
Los habitantes tampoco tienen agua corriente, ya que la principal estación de bombeo de Suleiman al Halabi solo funciona a un tercio de su capacidad debido a los combates. afp