El 2015 es considerado el año más violento en la historia reciente de El Salvador con 6.670 muertes violentas, un 70 % más que en el 2014, situación atribuida por las autoridades a las violentas maras o pandillas, enfrascadas en una especie de pulso con el Gobierno para forzarlo a darles prebendas.
De hecho, el primer semestre de este 2016 se posicionó como el que más muertes violentas ha registrado en la última década con 3.038, un 5,7 % más que en el mismo período de 2015.
De acuerdo a las cifras de la Policía salvadoreña a las que tuvo acceso Efe, entre enero y mayo pasados han sido asesinados 290 menores de 18 años.
El acumulado de crímenes de niños y adolescentes se eleva a 1.285 en el período que va de enero de 2014 a mayo de 2016, lo que deja una media de 44 víctimas al mes, el 97,4 % de ellas con edades de entre 12 y 17 años.
De acuerdo a esas estadísticas globales, el 40,46 % de los menores asesinados entre enero de 2014 y mayo pasado pertenecían a las pandillas.
Según las autoridades de Seguridad salvadoreñas, las pandillas buscan reclutar a los menores para acciones de vigilancia en los territorios que dominan, el cobro de extorsiones y el sicariato, y los que se niegan son asesinados.
A mediados de junio pasado, el alto comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Zeid Ra’ad Al Hussein, aseguró en Ginebra que entre los miles de salvadoreños que huyen hacía los Estados Unidos “hay menores que viajan solos por miedo a ser asesinados por negarse a unirse a las bandas (pandillas)”.
