24 abr. 2024

Poesía interactiva

Ofrecemos a partir de hoy una serie de entrevistas semanales a escritores jóvenes de Asunción. En esta ocasión, hablamos con Gabriela Arcondo. Su seudónimo es Galista. Tiene un poemario publicado, y se encuentra preparando un cd de audiopoemas.

Gabriela Arcondo Closs tiene 22 años. Nació en Asunción y la mayor parte de su familia es de Encarnación. En 2013, realizó el lanzamiento oficial de su poemario Pájaro de Lata, el tercero que escribió y el primero en ser publicado en formato impreso. Lo hizo con la editorial Pathos de Café, de su amigo Ronald von Knobloch, a quien conoció en épocas de colegio y es coincidentemente encarnaceno, al igual que su madre. También tiene un apellido de origen alemán. (Casualidad)

Es una amante de Alfonsina Storni, Gabriela Mistral, le gustan mucho los poemas de Pablo Neruda, Mario Benedetti, la obra de José Saramago, y resalta la versatilidad de Agatha Christie, quien además de crear dentro del género del misterio, ha escrito Un Amor Sin Nombre, la primera de seis novelas bajo el seudónimo de Mary Westmacott. También destaca al poeta mexicano Jaime Sabines.

Los poemas de Gabriela salen con espontaneidad. En una entrevista con este medio, recuerda su infancia, habla de la inspiración, aconseja la lectura y escritura continua, y habla sobre su encuentro con la poesía. Según ella, existen profesores muy apasionados en su universidad (estudia Psicología en la Universidad Católica. Último año). Docentes que, a pesar de desempolvar libros viejos, extraen de ellos algunos fragmentos para luego contextualizarlos recordando experiencias propias.

Como muchos escritores, la joven se encuentra en ese proceso (¿intencional?) de recolectar experiencias de vida que cultiven su escritura. “Estoy en un voluntariado de la Cruz Roja, en donde atendemos a personas que no pueden pagar un psicólogo. Este servicio es para la comunidad. No ganamos nada más que experiencia”, asegura. Se trata de un servicio de asistencia psicológica ofrecido los miércoles y viernes (de 07.00 a 11.00) en el Hospital Materno-Infantil “Reina Sofía”.

Desde el segundo curso, la joven siempre ha firmado sus obras como “Galista”, un seudónimo que es resultado de la combinación de varios apodos de su adolescencia, periodo en que llegó a conocer a su amigo que también era escritor. Él comenzó a unir sus apodos y le dijo: ahí está tu seudónimo. Entonces ella fue a su casa y puso “Galista” en Google. Y se encontró con más casualidades.

“Coincidentemente, Galista es una ciudad en Grecia y también es un tipo de gallo de pelea. Y para mí, eso es muy simpático, porque yo soy una amante de Grecia y justamente me considero parecida a un pájaro”, comenta Gabriela. De hecho, uno de sus apodos más antiguos es gaviota. Para ella todas estas casualidades son llamativas sorpresas. Incluso asegura que en su página de Facebook existen personas con fotos de gallo que la siguen. “Es una gran coincidencia”, considera.

Interacción textual

Su infancia fue tranquila. Empezó a escribir a los trece años. Acostumbraba observar imágenes y escribir sobre lo que veía. “Miraba una escena y la congelaba, y automáticamente agarraba eso y escribía”, explica. Uno de sus profesores le dijo una vez que los poetas son como antenas. “Captan la vida y luego la transcriben de una forma bella”, recuerda. A los 14, perdió todos los poemas que había escrito, razón por la cual se puso a recuperar el tiempo. “Dije que no dejaría en computadoras ni en redes, y que lo haría todo a mano, entonces comencé a guardar todo en una carpeta”, detalla.

En aquella etapa decidió entrar a una red de academias literarias del Colegio Técnico Javier. Allí se enteró de que su academia era la única donde mezclaban literatura con otras expresiones como la danza o el dibujo. “Queríamos salir del esquema de hacer solo presentaciones y leer poemas, entonces eliminamos todo eso y directamente nos íbamos a presentar obras de teatro”, recuerda.

Durante ese periodo, Gabriela conoció a su amigo Ronald, quien estudiaba en otro colegio. Se hicieron amigos y comenzaron a escribir juntos. “Creamos nuestra propia forma de escribir”, asegura. En ese momento quizá no imaginaba que su amigo la ayudaría con una editorial independiente.

En este punto de la historia, la joven recuerda que le habían preguntado ¿qué le falta a la poesía? Según ella, una pregunta crucial que fue uno de los motivos que la impulsaron a escribir. Gabriela respondió que a la poesía le falta el otro. ¿Qué quiso decir con eso? Que la poesía “no puede ser nada si no está el otro que lo escuche, que lo vea y que lo lea, y, por sobretodo, ponga de sí sobre su obra, porque cuando uno lee un cuento, una novela, una historieta, siempre se identifica con alguien”.

Es esto lo que busca lograr con sus poemas: interactuar con los lectores. “Cuando me lean, quiero que me sientan”, asegura. En el caso de Pájaro de Lata, Gabriela incluye el nombre de una canción debajo de todos los poemas. Son temas musicales que ella recordaba mientras escribía sus versos. “Era como decirte: escucha esta canción mientras lees este poema”, explica. “Y no lo dejes en la lectura solamente, para luego llenarlo de polvo o usarlo como el soporte de una mesa”, añade.

Ese libro, que fue terminado en un año, fue publicado con la editorial de su amigo, quien con este proyecto independiente busca impulsar a los jóvenes escritores. “Lo que él busca es ayudar al escritor nuevo, a la persona que quiere lanzarse, justamente porque tenemos muchas editoriales que quieren el dinero y a veces parece que el escritor tiene que venderse para publicar”, opina Gabriela.

En Paraguay, los costos para publicar una novela o libro de cuentos son elevados. Sobre todo para las personas jóvenes que todavía no cuentan con un empleo. Para trabajar con las editoriales, uno debe pagar los costos de impresión y edición. Gabriela se encontró con este problema cuando acababa de terminar el colegio. “Había ido con una editorial y me iba a costar unos dos o tres millones hacer este poemario”, recuerda. “Yo tenía 18, estaba saliendo del colegio, y ni si trabajaba iba a ganar esa suma, porque el dinero tendría que dividirlo entre los estudios y entonces no me iba a sobrar”, asegura.

Afortunadamente su amigo decidió comenzar la editorial Pathos de Café y le ofreció pagar la mitad de los gastos que se requerían para imprimir su libro. Pájaro de lata se vendía por G. 20.000. “Si me decían que saldría 3 millones y que yo pagaría 1 millón y medio, eso hubiera sido más realista y podría intentar conseguir ahorrando bastante tiempo y dejando de lado algunas cosas”, reconoce.

Se decidió, entonces, por comenzar con una tirada de 100 libros. Con su amigo tuvo la oportunidad de decidir durante el proceso de diseño. “Toda decisión con el diseño recaía en mí, junto con Ronald. Era una interacción. Y eso es algo que valoro porque es importante acoger al artista y decirle que su obra es importante”, destaca. Hoy ya ha vendido todos estos libros y además ha obtenido ganancias.

Por el momento se encuentra culminando otro poemario que empezó a trabajarlo desde setiembre del año pasado. Consistirá específicamente en un CD con 28 audio poemas leídos por voluntarios. Las grabaciones se realizaron en Dacosta Producciones. Quien se encuentre con esta lectura, podrá cambiar el orden de las estrofas, los versos e incluso el género de los personajes. Pero no podrá cambiar las palabras. Este es un paso más que da la escritora en búsqueda de interacción textual.

Pensamientos

Julio Cortázar había pasado una época en donde se preocupaba mucho por la estética en su literatura, junto con sus amigos de Buenos Aires. Eventualmente llegó a comprometerse aún más con la sociedad, y su influencia y crítica hacia ella llegaron a manifestarse en su labor de escritor. ¿Crees que los escritores tienen el mismo impacto en la actualidad?

Creo que el impacto es igual. Lo que no creo es que el trabajo del escritor de ahora sea igual al de antes. Algo que se me pasaba por la cabeza cuando me contabas esto es que esa es una de las cosas que le envidio a Argentina, y es que es un país de lectores. Vos te vas a una playa argentina y vas a ver gente leyendo. Y vos te preguntas por qué acá en nuestra costanera no hay gente leyendo. Después me acuerdo que los libros son muy caros y se me pasa.

Yo sigo creyendo que la labor del escritor no es cambiar la forma de pensar, sino la de traer una fantasía o una crítica y proyectarse en eso que uno escribe. Creo que eso es un trabajo de todos los escritores. Lastimosamente, el impacto que hay acá en Paraguay es muy leve. Quiero culpar al hecho de que los libros sean caros, pero en realidad es que no enseñamos desde el comienzo a leer.

Uno de los primeros libros que leí cuando era chica es Mafalda, que me regaló mi papá. Yo dije: quiero leer, no solamente porque sea llamativa, sino porque... imaginate a una nena criticando al mundo. Y es realmente el escritor quien lo hace. Y sus chistes y reflexiones siguen vigentes.

Es como La Babosa, de Gabriel Casaccia...

Si, también. Hay uno escrito por Andrés Colmán (El último vuelo del pájaro campana). Esa es una historia fantástica en la que se salvaron los personajes. Y las cosas que él va citando, acontecimientos, son de nuestra actualidad.

No recuerdo la época del libro, pero sigue vigente hasta hoy. Igual a cosas que escribieron Cortázar o Borges. Y vos te preguntas cómo hicieron para que sigan vigentes. Justamente porque aunque no estaban metidos en la sociedad o estaban buscando la estética o lo que sea, de todas formas estaban insertos y no tenían forma de escaparse y criticaban todo a través de algo hermoso.

Incluso causa un poco de incertidumbre. En 1984 (Orwell, G.), por ejemplo, el escritor tiene una visión apocalíptica del mundo. Y coincidentemente, ese mundo que dibujó va pareciéndose cada vez más al nuestro. En la novela nunca están solos por culpa de una pantalla.

Yo siento que la literatura es algo que particularmente vos vas trabajando en el tiempo. No sos el mismo escritor ahora que el de antes y después. Te vas formando de acuerdo a lo que vos vas descubriendo, leyendo. Vos lees obras que decís que son contemporáneas de acuerdo a la realidad. Entonces miras cómo pensaban ellos. Y comenzás a contrastar y añadir tu historia.

Un ejemplo actual podría ser la última película del mexicano Alejandro González Iñárritu, quien con sus guionistas supo reflejar a la sociedad actual a través de una obra de arte. Incluso se nota mucho la influencia del realismo mágico literario.

Con una profesora de psicoanálisis asistimos a proyecciones de películas y luego las analizamos desde un punto de vista de la psicología o de otra rama de las ciencias sociales. Ella siempre dice que una película es el reflejo de cómo está la cabeza humana en esa época (risas), y cómo puede reflejarse actualmente. Birdman podría ser un reflejo de cómo estamos ahora.

También recuerdo que Cortázar decía que la vida es literatura. Con eso, de alguna forma podríamos entender por qué algunos autores dicen que al escribir se sienten “vivos”.

El escritor vive en su obra. Cuando nosotros hablamos de ellos casi nunca queremos referirnos a ellos como si estuvieran acá sentados, hablando con nosotros. Y los citamos como vivos. Yo comencé a escribir viendo situaciones de personas. Una vez vi a un hombre en un colectivo. Y cuando volvía a mi casa me inspiraba para una historia, solamente recordando esa escena. Y fue solo por verlo. Esa expresión cuando le estaban mirando. Comenzás a cuestionarte sobre la vida de un extraño. Y yo me enamoré del momento, aunque no sea mi vida. Eso luego se transforma en arte para los demás.

En algún momento escribí también algo por algún golpe emocional. Tengo algunos escritos que hice por mi abuela que falleció, que para mí son muy bellos particularmente. Uno se llama “Enlutando la Poesía”. Pero igual, me considero como una mujer enamorada, una eterna enamorada. Porque aunque me rompan el corazón, igual voy a estar enamorada de las situaciones.

Eso significa que te gusta mucho vivir...

Obviamente. Algo que dije hace tiempo es que “no deseo divorciarme de la vida, pero la muerte suele pedir mi mano, creo que se ha enamorado de mí”. Yo me considero una eterna enamorada, ya sea de algo trágico o extremadamente bello. Es algo que yo vi y capté y, obviamente, en ese desamor me enamoro también. Es una contradicción. Yo soy una contradicción andante, me han dicho. Me considero una rebelde de mis propios pensamientos.

¿Qué recomendarías a los jóvenes que buscan elevar su prosa o sus versos?

Lean mucho, escriban mucho, dejen de escribir tanto, dejen de leer tanto, y métanse en la sociedad. Después vuelvan a leer y a escribir. Para que te guste escribir te tiene que gustar leer. Y en algún momento no vas a poder leer mucho ni escribir mucho. Entonces, podes dejar de escribir y leer tanto, porque vas a estar pensando en otras cosas como me pasa a mí. Entrá en la sociedad, viví con ella, sentí lo que está pasando, viví un momento de ocio literario desconectándote. Porque si querés dedicarte a escribir tenes que vivir, porque no podes simplemente escribir. Benedetti y Neruda enviaban un mensaje a través de sus experiencias, y eso es contar la historia de lo que está pasando.

¿Qué crees que sea la inspiración?

Voy a citarle a Picasso: te tiene que encontrar trabajando. Aunque estés trabajando en cualquier otra cosa, ahí te aparecerá la inspiración. Particularmente te digo, haciendo matemática en el colegio también escribía poemas. Por qué razón, ni idea. La inspiración solamente te puede encontrar si vos estás haciendo algo. Y con eso que te dije del momento del ocio, algunos podrían interpretar que significa realmente “no hacer nada”. Pero en realidad sí estás haciendo algo, te estas interesando por tu sociedad, y todo eso mueve algo en vos. A partir de ahí, entonces, te podría salir la inspiración.

Recuerdo de luces

Hay por momentos

que olvido y pienso,

en cada detalle

de sus sonrisas.

Y me pregunto:

¿cómo se aparecieron

en mi vida?

Y me detengo

en la construcción

de mi mundo.

Y sólo puedo sonreír,

recordando

cómo ellos

reconstruyeron

esta sonrisa.

G.A.

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