Los productos agrícolas con pagos irrisorios la obligaron a emigrar hacia la zona Central del país en busca de un futuro mejor. Sin embargo, la situación económica tampoco fue amigable para ella y hoy forma parte de la población en situación de vulnerabilidad en el área metropolitana.
“Vine para trabajar como empleada doméstica. Cuando tuve mi pareja e hijas decidimos venir al asentamiento María de la Paz, acá en Capiatá, porque los terrenos están muy caros. Al principio, nuestra casa era de carpa. Por suerte una organización que trabaja con tema de viviendas nos construyó esta casa de madera en la que estamos mucho más cómodos con las dos hijas”, comenta Daniela, mientras observa el raudal que arrasó su vivienda y todo el barrio.
La zona, de la compañía Aldana Cañada, ubicada a 1.000 metros de la ruta 2 Mcal. Estigarribia, en días de tiempo inestable es avasallada por las aguas con cada desborde del arroyo Capiatá. Tras desaparecer el raudal, varios tramos siguen intransitables por la cantidad de lodo.
“Cuando llueve ya no podemos salir, el camino de tierra se queda en muy mal estado y el agua entra en nuestras casas”, lamentó.
En la ciudad de Capiatá son cerca de 40 los asentamientos precarios en los que habitan más de 4.400 familias, aproximadamente, según datos elaborados por la organización Techo, cuyos voluntarios se encargan de construir viviendas en estas zonas vulnerables. El informe indica que en el área Central, la mayor concentración se da en Luque, con cerca de 90 comunidades similares.
traslado. La falta de suficiente fuente de trabajo obligó a miles de paraguayos a migrar hasta la capital y alrededores. Muchos de ellos, sin mucho éxito para mejorar la calidad de vida, optaron por instalarse en asentamientos ilegales para lograr sobrevivir en el área urbana, ensanchando de esta manera el cinturón de pobreza.
Según la Encuesta Permanente de Hogares, la mayor cantidad de población pobre se encuentra en el área rural, albergando a más del millón de personas en tal situación, en tanto en el área urbana el número de pobres suma 900.000 personas.
“De la campaña se viene mucho, porque casi no hay trabajo y se paga muy poco por los productos agrícolas. Yo por ejemplo ya no quiero volver porque acá por lo menos mi marido tiene más oportunidad de trabajar y la escuela les queda cerca a mis hijas”, concluye Daniela.
Muchos venimos de la campaña por la falta de trabajo y porque pagan muy poco por los cultivos. Daniela Ullón, asentamiento.
Para tener agua hacen polladas
“No tenemos agua corriente, hicimos un pozo, pero se inundó con el raudal y no sirve ni para lavar la ropa porque es muy sucia. No me queda de otra más que caminar un poco y buscar agua del vecino que tiene canilla”, describe Daniela sobre su realidad cotidiana.
Arreglo de camino y acceso al agua potable son las principales necesidades que señalan los pobladores del asentamiento en Capiatá. Por ello, unieron fuerzas y crearon una comisión para recaudar fondos e instalar la red de cañería para agua potable.
“Hacemos polladas y hamburgueseadas porque en total dijeron que G. 15 millones va a costar la instalación en el barrio. Procuramos porque es muy necesario”, señaló la mujer.