Miles de personas optaron pasar el primer día del nuevo año en balnearios y playas para hacer más llevadero el sofocante calor que ayer trepó a los 43ºC de sensación térmica.
Todos los sitios de veraneo, sin excepción, los que están habilitados y los que no, se colmaron de bañistas.
Una multitud se agolpó a orillas del lago Ypacaraí, tanto en San Bernardino como en Areguá y en la playa que lleva el nombre del espejo de agua.
Alrededor de 5.000 personas invadieron la playa municipal de Areguá, pese a no estar habilitada para el baño y el uso recreativo.
Allí, el Municipio habilitó una pileta especialmente destinada a los menores de edad, previo pago de G. 10.000.
“Les traje acá (en la pileta) a los chicos porque es imposible entrar al lago por lo sucio que está, para los chicos por los menos”, apuntó Osmar Gómez, quien hace diez años vive en Neuquén (Argentina) y vino a pasar las fiestas de fin de año junto a su familia.
Euforia. En toda la playa, que cuenta con poco más de 100 metros de extensión, apenas se podía caminar ante la gran cantidad de visitantes.
Una mezcla de euforia y desenfreno se respiraba a la vera del lago. La gente con el rostro y el cuerpo enrojecidos por los rayos del sol buscaban sitio para recibir un poco de la brisa fresca que regala el espejo de agua pese a estar contaminado.
Acalorados, muchos se abrían paso entre cuerpos sudorosos para hallar un lugar donde refrescarse.
Niños, jóvenes y adultos, sin distinción, se zambullían en el turbio lago sin importar su elevado índice de coliformes fecales.
El consumo de tereré competía palmo a palmo con el de cerveza. Los más osados bañistas eran quienes, visiblemente, estaban pasados de copas y de latitas.