Uno de los pilares del plan de gobierno es la construcción de viviendas dignas y económicas para las familias paraguayas de escasos recursos. Hasta donde la memoria me alcanza este fue siempre el discurso de los gobiernos de turno, pero las estadísticas dan cuenta de un creciente déficit de viviendas.
A los largo de 30 años, el Gobierno central dispuso de fondos para encarar los proyectos habitacionales, pero siempre con el correr de los años empiezan a surgir casos de corrupción, desidia y falta de autoridad moral para llevar con transparencia los proyectos.
En la década de los 90, la construcción de las viviendas se realizaba mediante del financiamiento del Banco Nacional de la Vivienda (Banavi), pero después fue sustituido por el Consejo Nacional de la Vivienda (Conavi) y últimamente la Secretaría Nacional de la Vivienda y el Hábitat (Senavitat). A pesar de que han cambiado las estrategias y la denominación del organismo oficial, los problemas, las quejas y hechos de malos manejos persisten.
El cierre de una institución encargada de la política habitacional y la apertura de una nueva se hizo precisamente para mejorar las gestión, pero al parecer hubo cambio de leyes, de administradores y normas de procedimientos, pero continúan los mismos vicios.
No me queda muy claro, pero parece que cuando una institución va sumando años pierde su compromiso y se desvía de sus propósitos.
Actualmente, hay más de 10.000 viviendas en situación de abandono, de las cuales unas 2.000 ya son irrecuperables, ni siquiera de puede reclamar las pólizas de seguro.
En la Senavitat, nadie quiere asumir la responsabilidad, todos esquivan el bulto y culpan a administraciones anteriores. Sin embargo, si uno hace memoria, son los mismos funcionarios que desde hace años manejan la institución. Pareciera ser que nadie se anima a poner un punto final al mal manejo del dinero público destinado a la construcción de viviendas, ¿será porque todos están salpicados, de una u otra manera, por los hechos de corrupción?
La utilización de materiales de mala calidad es una constante, ahí las empresas constructoras y los fizcalizadores tienen una gran responsabilidad.
Cientos de millones de dólares se han destinado para la construcción de viviendas. Se han escuchado de créditos baratos y a largo plazo, de donaciones millonarias de gobiernos amigos, pero el resultado más lamentable es que solo van quedando villas fastasmas y abandonas.