Variopinto, inconsistente y fabulador resultó ayer el informe de gestión del presidente de la República, Horacio Cartes, sobre su segundo año de gobierno, ante el pleno del Parlamento Nacional, en el primer día de inicio de sesiones del nuevo año legislativo.
Sabemos que las autoridades, por lo general, no dicen toda la verdad. Sin embargo, cuando la verdad es travestida con eufemismos y cifras risibles, evidentemente estamos más allá de la mala fe de quienes nos gobiernan.
A días de las internas coloradas, las del partido de Gobierno, este asunto se convierte en una suerte de termómetro para medir la calentura o frialdad del alcance e impacto de lo que el mandatario y su candidato –Pedro Alliana– generan. Si bien sabemos que las palabras son solo palabras y el papel resiste cualquier cosa, la grey republicana tiene sus bemoles y es capaz de reincidir en decisiones electorales siempre aborrecibles, aunque en este caso no hay opción posible: malo por malo.
Sintetizando lo que Cartes describió, vivimos en un país sin déficit en ningún nivel. La salud y la educación están de pelos, porque hay inversión y todo se ejecuta de modo transparente. La seguridad ciudadana y la de la República están como en Suiza. Los pobres, son postales de antaño. Según el Nuevo Rumbo: todo es gracias a la “lucha frontal contra la pobreza, y por el derecho básico a la libertad son una sola causa. Nuestro modelo transformador que se basa en la acción coordinada del Estado con base en una estrategia territorial”. Ni hablemos de la distribución equitativa de la tierra y la recuperación de bienes malhabidos como “nunca” en la historia. Los caminos de la nación están pavimentados, kilómetros y kilómetros de nueva gestión del MOPC. En el campo todo va de perlas y las familias campesinas son felices. Ni recuerdo de los 300.000 sintierras ni de la dilatada lucha por un pedazo de tierra. Y un largo etcétera.
Luego uno baja la mirada a la realidad y ve de todo, menos prosperidad y equidad; menos seguridad y justicia social. Solo reclamos, injusticias, aumento en el número de pobres y recrudecimiento de la pobreza que lanza a miles de compatriotas al zanjón de la miseria, por debajo de toda cobertura básica. Y entiende que hay paraguayos y paraguayas que no comen todos los días, lo que es lo mismo: pasan hambre, cuando no mueren de diarrea o por un estornudo por falta de salud pública. Ya ni hablamos de la educación que cada vez sirve para nada y carece de todo, el país que está de remate, y... En definitiva, un informe para un país de mentira.