Por Adolfino Aquino
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Para el doctor Raúl Sapena Brugada no es fácil revertir una decisión del poder político para cambiar la Corte Suprema de Justicia. Dice que exponerse al manoseo no conviene para el ministro que está en la lista para el juicio político ni para la imagen del Poder Judicial. Una salida honorable es evitar el manoseo y renunciar, sostiene el ex ministro de Educación y ex ministro de la Corte. Sapena defiende el diálogo para integrar la Corte y destaca que por esta vía se había integrado la mejor Corte en 1995, con aporte fundamental de un Consejo de la Magistratura con integración política paritaria, presidido por Federico Callizo. Su tesis: un ministro de la Corte es designado por consenso político, y cuando los políticos retiran el consenso, es hora de retirarse.
–Doctor, usted fue ministro de la Corte, pero sabe de política. ¿Cómo ve el debate sobre el juicio político a ministros de la Corte?
–Un ministro (Víctor Núñez) renunció antes de la acusación de la Cámara de Diputados, y antes de que se haga el juicio político a tres ministros, un grupo de 18 senadores de distintas bancadas manifiesta que votará en contra. Entonces, esta dejó de ser una situación jurídica. Es un caso eminentemente político.
–¿Los partidos políticos no tienen que separarse de las reglas jurídicas o sí?
–Cómo van a separarse, no tienen necesidad.
–Sin embargo, existe esta teoría: El juicio es político y hay discrecionalidad...
-Eso es cierto. A veces dicen: “El pueblo tiene derecho a defenderse contra la opresión”. Habría que agregar: “En caso de éxito”, porque si no es un delito. Esas son contradicciones de cualquier principio moral, jurídico e inclusive constitucional.
–¿Usted ve alguna solución para los ministros de la Corte que están en la lista para el juicio político?
–Yo no veo solución. Es más, les pido que piensen que la renuncia es la única solución. Algunos ya podían haber renunciado, como Miguel Bajac, que un día se fue al Rotary Club de Asunción y dijo que iba a renunciar; pero ahora dice que ya no.
–¿Y el ministro Blanco?
–Al ministro Sindulfo Blanco le tengo un gran respeto, empezó desde abajo y llegó a ser uno de los mejores especialistas en Derecho Administrativo; pero no hay posibilidad de continuar.
–¿Y el ministro Garay?
–Garay, pobrecito... o pobrecito los profesionales, porque en este sector dicen que aquel es muy haragán; pero él no es deshonesto. Yo creo que él también podría renunciar.
–¿Por qué la renuncia es la solución?
–Cuando yo renuncié tenía una razón muy clara: fui nombrado de consenso, de mi partido y de la oposición. Fui confirmado una vez con el consenso de ambos; he perdido ese consenso y me retiré. Además, no quería ser manoseado. Así fue que renuncié.
–¿Hay que ver la razón política?
–La Corte es un órgano político, es un órgano de gobierno. La Corte Suprema de Justicia no es un ente abstracto ni de ángeles. Es muy difícil definir su estatus, porque no es poder electo por el pueblo, sino por los otros dos poderes del Estado: Legislativo y Ejecutivo.
–¿Usted no observa revanchas en el proceso de juicio político?
–Hay miles de esas cosas: revanchas, deseo de hacer negocios, deseo de nombrar ministros. Ahí está. Esa es la política. Yo no puedo considerar que los parlamentarios son unos degenerados porque tienen el comportamiento de los políticos paraguayos de toda la vida.
–¿Qué puede suceder si los ministros no renuncian?
–Se vota, se gana, se pierde y chau. Eso es lo que manda el estado de derecho, digamos.
–¿Qué opina del cruce de acusaciones entre ministros de la Corte y políticos?
–Fíjese usted, las cosas que se han dicho entre ellos. No tienen nombres. No es posible. Una relación armónica de tres poderes del Estado, con las cosas que se han acusado, es muy difícil. En una dictadura se soluciona eso suprimiendo el Congreso. En una democracia, hay que dialogar.
–¿Usted había renunciado cuando el ex presidente, Nicanor Duarte Frutos, anunció el juicio político?
–Sí. El doctor Jerónimo Irala Burgos y yo, mucho antes de que nos manoseen, ya renunciamos. Eso significa ser honorable. ¿Cómo vas a quedar honorable con las cosas que se han dicho. En mi contra no hubo acusación personal. Yo salí limpio.
–¿Cree que el Consejo de la Magistratura hará bien su labor, sin presiones?
–Yo creo que el presidente de la institución, Enrique Riera, es un joven brillante, muy honesto, tiene mucho liderazgo en el Consejo, como tenía Federico Callizo, en nuestra época. Riera va a presentar gente muy buena, pero no va poder evitar el nombramiento político, porque se trata de terna de candidatos.
–¿Por qué un causal se aplica para un ministro y no para otro?
–Eso está mal; pero no anula el juicio para uno. Cada juicio debe ser independiente.
–¿Se puede comparar procedimientos de juicio político con juicio jurídico?
–Sí, se puede comparar, no el juicio en sí, pero las garantías constitucionales rigen y no tienen nada que ver que sea político o no.
–¿El político tiene que respetar las garantías constitucionales?
–Por supuesto que tiene que respetar. Ahora, yo también hago mi pregunta: ¿Qué pasa si no respeta? No pasa nada. Tiene impunidad total (risas).
–¿Se debería reglamentar o no el juicio político?
–Los legisladores tienen que reglamentar. Nos hace falta cultura democrática y del respeto al derecho; pero no es fácil en Latinoamérica. Sabemos qué valor tiene un reglamento o una ley.
–Un enjuiciado políticamente, ¿sabe a qué regla se somete?
–Sabe que tiene que tener tantos votos. Sabe eso.
–¿El resultado del juicio político, hecho así, es justiciable?
–No. La Corte Suprema de Justicia no puede anular un juicio político. No es justiciable. Ni siquiera se puede tratar.