Por todas las presiones nacionales e internacionales el presidente parece que da un paso al costado y dijo que no se presentará a las elecciones del 2018.
A nivel de los 25 senadores que votaron la enmienda y de los diputados que no acaban de reunirse para dar su opinión, todavía no pasa nada.
Pareciera que están demasiado lejos del pueblo como darse cuenta de sus gritos de que se vayan todos.
Pareciera que esos cargos atan demasiado por los millones que reciben de supersalario y por los puestos de trabajo que consiguen con ellos para sus familiares, como para desaprovechar esta oportunidad dimitiendo.
Pareciera que no captan la vergüenza del rechazo general y piensan que con el tiempo todo se olvidará.
Resultado, que no esperemos una actitud similar a la tomada por el presidente. Lo cual nos crea muchas sospechas sobre la unión que ambas cosas tienen.
Si no se marchan, no nos queda más remedio que nosotros “los hagamos marchar”. Y esto tampoco es nada fácil.
No existe en la actual Constitución, la revocación del mandato.
En cuanto a presentar una ley que los dejara cesantes, todos hemos visto cómo se abroquelan y defienden unos a otros porque “son chanchos de nuestro corral”.
Tenemos que esperar a las próximas elecciones. Pero… con un Tribunal Superior de Justicia Electoral que no se da por enterado de los miles de compra y venta de votos. La plata ya está preparándose y, si falta, los “amos del Paraguay” (entre los que estaban a favor o en contra de la enmienda) harán los préstamos necesarios. Es la inversión que necesitan para conservar sus privilegios legales.
¿Todo negativo? De ninguna manera. El pueblo paraguayo aguanta demasiado, pero cuando grita “¡basta!” es fuerte. Unidos venceremos. No lo dude.