Esta decisión fue tomada tras el recorrido que comitivas de ambas instituciones realizaron a lo largo del cauce seco del Pilcomayo.
La intención ahora es perforar pozos y llenarlos de agua para reducir el efecto de la sequía y mantener los niveles del líquido en los tajamares y humedales.
El ministro de la Seam, Rolando de Barros, explicó que estas tareas se realizarán en la zona de Margariño, donde se vive la situación más crítica. De hecho, en esta localidad, la Fiscalía constató el viernes luego de un operativo, la muerte de varios animales como consecuencia de la sequía. Recién al día siguiente, equipos del MOPC y de la Seam se trasladaron a dicha zona.
El agua en los pozos logrará mantener el equilibrio en la zona, asegura la Seam en un comunicado de prensa. “El equipo de perforación de pozos de agua trabaja para mitigar el efecto de la sequía y mantener los niveles de agua en las aguadas, tajamares y humedales para salvaguardar la vida de los animales silvestres afectados”, manifiesta el comunicado emitido tras los recorridos del fin de semana.
Puntos críticos. El MOPC y la Seam hablaban inicialmente de que no había catástrofe ambiental en la zona. Inclusive dijeron, en comunicados oficiales, que solamente se había encontrado “un yacaré muerto” en la zona de General Díaz.
Sin embargo, luego de recorrer Margariño y la Cañada La Madrid Sur señalaron la existencia de “puntos críticos”.
Justamente en esta zona, el Ministerio Público constató la mortandad de animales como consecuencia de la sequía.
La zona de la localidad de San Jorge está bajo control, de acuerdo al monitoreo realizado durante los últimos días por parte del equipo de biólogos de la Seam.
Otra medida de urgencia asumida por el Gobierno es la instalación de un puesto comando para proveer de agua a los pequeños productores dedicados a la ganadería, que ya sienten los efectos de la falta de agua en las pasturas.
La sequía en el Pilcomayo tomó fuerza durante el mes de junio, luego de que cesaran las lluvias de los primeros meses del año, según los pobladores de la zona.
Los primeros efectos visibles fueron las muertes de los animales, yacarés y carpinchos, principalmente.
No obstante, las consecuencias sobrepasan la fauna. Las comunidades indígenas y rurales del Chacho dependen del agua del Pilcomayo para vivir y trabajar.
En lo que respecta a la ganadería, los productores con mayor capacidad económica, bombean a duras penas el agua de la tierra.
La sequía que afecta a toda la cuenca del Pilcomayo es similar a la registrada entre 1996 y 1997, de acuerdo a registros oficiales. Se trataría de la segunda mayor sequía de los últimos 30 años. Pobladores aseguran no haber vivido otra sequía tan crítica como esta.