Apreciado paraguayo que vivís estos tiempos de selfies y snapchat, quiero decirte que sin dudas –y a pesar de tantas cosas malas que pasan todos los días– sos un gran privilegiado: Una época excepcional en la que los jóvenes de tu país al fin despertaron de una larga siesta está pasando delante de tus ojos.
Pero cuidado, ya que existe un sector de la sociedad a la que le incomoda bastante la existencia de estos pendejos insolentes, que ya no se tragan que hay que seguir las reglas de juego de los poderosos de siempre para que el statu quo goce de buena salud.
Estos pendejos se dieron cuenta de que en la historia se ha cedido lo suficiente y es momento de pelear con todas las fuerzas, así hubiere que ser la piedra en el zapato de quienes detentan el poder.
Los últimos tienen a favor un conglomerado de medios que se encargan de instalar que se trata de un grupo de “revoltosos”, “ideologizados” –como si tener una ideología fuera un pecado mortal– y “desestabilizadores del país”.
Y por si no funciona el tema de la credibilidad de los componentes del holding oficialista, para eso está la tropa de periodistas que desde sus espacios mediáticos y sus perfiles en redes sociales van a realizar el trabajito de tratar de embarrar la cancha, relativizar todo y agarrarse exclusivamente de la “violencia” empleada en las reivindicaciones.
La realidad es que tenemos al menos en la Universidad Nacional de Asunción a todas las facultades en paro –hecho histórico si nos ponemos a hacer un breve repaso de todo lo que aconteció en los últimos tiempos– y a los secundarios que prefieren ganarse las calles antes que los techos de sus aulas se sigan cayendo sobre sus cabezas.
Es cierto que hay cuestiones que afinar en relación a los reclamos estudiantiles.
No pretendemos que sea la violencia la vía correcta para reclamar, pero tampoco sería justo utilizar esto para desvirtuar completamente las conquistas en pos de la tan necesaria revolución educativa que pide a gritos el Paraguay.
Y recordemos que las principales reivindicaciones en la historia mundial no se consiguieron en manifestaciones con bufé de comidas, aire acondicionado, camisa y corbata. Miremos a Francia, a su revolución y su mes de mayo de 1968.
¡Por más pendejos insolentes para que no todo siga igual!