29 mar. 2024

Peligroso chantaje contra los bonos

Por Luigi Picollo, Vicepresidente del Club de Ejecutivos

Por Luigi Picollo,  Vicepresidente del Club de Ejecutivos.

Por Luigi Picollo, Vicepresidente del Club de Ejecutivos.

El año pasado el Congreso sancionó el Presupuesto del 2017 con un limitadísimo presupuesto para la política monetaria del Banco Central del Paraguay y un techo para la emisión de bonos soberanos. Estas limitaciones presupuestarias nos llevarían, como país, a una situación de vulnerabilidad debido a una posible falta de liquidez del Estado, puesto que no podríamos con los compromisos de obras públicas y manejar los vencimientos de la deuda pública, y todo dentro del primer semestre del año. El Legislativo nunca antes había creado una situación tan peligrosa para el país. Pero los parlamentarios dijeron que bastaba con que el presidente de la República presente una ampliación presupuestaria para los bonos que le sería otorgada. Esas palabras fueron solo un disfraz.

El presidente Cartes se vio obligado a vetar completamente el Presupuesto de 2017, algo que nunca antes se había hecho. Entonces, por defecto quedó válido el Presupuesto 2016 que permitía seguridad para la política monetaria y un amplio margen para la emisión de bonos durante el presente año. Los parlamentarios dijeron que vetar el Presupuesto no era necesario y que ellos aprobarían la emisión de bonos una vez que el Ejecutivo les muestre en que serían usados. Otra disculpa, otro disfraz. Solo dejan pasar el tiempo para que exista un aprieto de liquidez en la administración.

Luego los parlamentarios vuelven a amenazar diciendo que si se llegasen a emitir bonos no tendrían garantía soberana, serían prácticamente bonos falsos. Mandan negativas comunicaciones a las calificadoras de riesgo. Con esa amenaza el Ejecutivo solicita la aprobación de la emisión al Congreso. Los legisladores se muestran supuestamente satisfechos, pero aplazan su definición. Otro disfraz. Dejan pasar el tiempo.

El Ejecutivo, apretado de caja, acabó emitiendo bonos recientemente. Le fue bien con una tasa de interés envidiable. ¡Entonces los parlamentarios, ante el éxito logrado, toman el proyecto para legalizar la emisión de bonos el cual ya estaba listo para tratarse en el pleno, el que supuestamente era lo que ellos pedían, y lo aplazan indefinidamente! Allí se sacan la máscara y muestran sus reales intenciones.

¡Excluyendo el ruido de lo que “dicen” los políticos, porque son muy hábiles en disfrazar con palabras sus verdaderas intenciones, y considerando solo los “hechos”, la evidencia concreta siempre y desde un inicio fue intentar dejar ilíquido al Gobierno! El propósito nunca fue aprobar la emisión de bonos, sino impedir que estos existan como sea.

Para un legislador ignorante con una visión de cortísimo plazo es una forma de agredir a la actual administración. En su atrofiada visión, se trata de una “pelea de barrio”. Pero para el mundo que maneja los bonos soberanos, estas simples amenazas de posibilidad de incumplimiento deja nerviosos a los mercados internacionales ubicados en lugares muy distantes al centro de Asunción. Dejar ilíquido al Gobierno sería una catástrofe nacional. En un atraso de pago de títulos internacionales, todos sin excepción perderíamos.

Como analogía, es como jugar con un arma nuclear. Pueden amenazar con usarla, pero realmente un arma nuclear no se puede usar, no sirve para nada, porque si se llegase a usar los que sobrevivan amanecerán en la prehistoria. Lo mismo pasaría con dejar de pagar, refinanciar, o declarar falso un título soberano, volveremos a la prehistoria económica.

El punto aquí es que este peligroso tiroteo de emisión de bonos la vamos a tener siempre y en todos los presupuestos. Con una deuda externa del 25% del PIB, todos los años el Gobierno va a tener que emitir bonos, para administrar la deuda, para crear mercado para sus propios títulos, para refinanciar el vencimiento de títulos más cortos por títulos más largos. Entramos así en la eternamente peligrosa era del chantaje de los bonos. Esto lo vamos a vivir todos los años.

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