Un proyecto de ley en gestación, anunciado por el diputado colorado Dany Durand, que plantea establecer un peaje de G. 2.000 para autos, camiones y micros que ingresen a Asunción, a cambio de transitar por supuestas futuras nuevas autopistas de circulación rápida, agrega un elemento de innecesaria crispación ciudadana, en un momento en que existe un malestar generalizado por el cotidiano calvario a que son sometidos miles de personas que deben entrar y salir de la ciudad, debido al colapso del tráfico.
La peregrina idea de Durand, de establecer primero por ley el cobro compulsivo del peaje y luego construir las supuestas futuras autopistas, refleja un ánimo recaudador antes que el de promover el uso racional de los recursos de que ya disponen el Municipio asunceno y los organismos estatales que están involucrados en resolver los varios problemas urbanos de la capital, incluyendo los desembolsos por la Ley de Capitalidad.
Es llamativo que este proyecto sea respaldado por el intendente de Asunción, Mario Ferreiro, aunque lo condicione a la previa construcción de las autopistas de circulación rápida. Entonces no tiene sentido aprobar primero la ley de cobro compulsivo con la promesa de que luego se construirían dichas obras, sobre todo en un país plagado de “rutas de la mentira” y de obras en promesa que nunca acaban de concluir.
Es igualmente cuestionable el argumento del diputado Durand de que “el costo del peaje es mínimo y no incidirá en el bolsillo de los automovilistas”. Obviamente desconoce la realidad de miles de familias que ingresan a la capital justamente para ganarse el pan, y para quienes cada costo extra, por mínimo que sea, incide en la economía familiar, ya bastante golpeada por la mala distribución de los beneficios.
Se espera de las autoridades que propongan soluciones con los muchos recursos que tienen a mano, administrándolos de manera más racional y con un criterio de austeridad, que no exija mayores sacrificios a la ciudadanía, aunque probablemente sea difícil exigir eso a miembros de un cuerpo legislativo que abunda en malos ejemplos de derroche del dinero público.
El proyecto del cobro de peaje solo por entrar o salir de Asunción contradice además el espíritu de la capitalidad. Asunción no es cualquier ciudad, es la que concentra a los poderes del Estado, y a la cual se le hace necesario acudir diariamente a miles de personas de otros pueblos y ciudades del Paraguay a tramitar sus gestiones y hacer visibles sus reclamos, además de ser un espacio en donde ganarse la vida.
Levantar muros en la forma de cobros de peajes compulsivos, cuando deberían administrarse mejor las formas de recaudación ya disponibles, como un cobro más eficaz de habilitaciones de patentes de automóviles, será una medida gubernativa impopular y poco democrática.