Han existido en la mayoría de las últimas elecciones, pero para las que se avecinan aparecen en mucha mayor cantidad: populares personajes de la farándula y de los medios de comunicación, que son tentados a aprovecharse de su fama y presentarse como candidatos a cargos políticos electorales.
El caso más comentado en los últimos días es el del conocido locutor, animador de programas de televisión y de fiestas, Rubén Rodríguez, quien ha aceptado la propuesta hecha por el propio presidente de la República, Horacio Cartes, para ser precandidato a gobernador del Departamento Central por el movimiento interno oficialista de la Asociación Nacional Republicana, Honor Colorado.
La designación ha estado rodeado de polémica, ya que Rodríguez reveló que para aceptar el compromiso impuso condiciones especiales de resarcimiento económico. Se menciona que el actual presidente Cartes le pagaría un salario mensual de 20 mil dólares durante los cinco años que dure en el cargo del Gobierno departamental, en caso de ser electo, lo que totaliza una suma de 1.200.000 de dólares. El elegido señaló además que mantendrá una presencia en los medios, ya que seguirá como director de una radioemisora de frecuencia modulada, propiedad de la familia del jefe de Estado.
Pero el caso no es solo el de Rodríguez, sino de varios otros personajes de la farándula y de los medios, como el también locutor y animador cachaquero Hugo Javier González, el humorista Gustavo Cabañas, el conductor televisivo Mili Brítez, así como las ex modelos Ayesa Frutos y Rocío Núñez, que han sido tentados a postularse como candidatos a legisladores en las cámaras del Congreso. De ese modo, se estarían sumando a otras figuras procedentes de los mismos medios, que actualmente ya ocupan cargos electivos, como el también ex conductor televisivo y actual intendente de Asunción, Mario Ferreiro; el humorista del grupo Ab Ovo, Tony Apuril, que es concejal municipal de Asunción, y la ex modelo y conductora Cynthia Tarragó, actualmente diputada y que esta vez pugnará por una banca en el Senado.
El llamativo fenómeno confirma el fracaso de los principales partidos políticos en haber formado nuevos líderes que merezcan la confianza de la ciudadanía. La constante traición demostrada por parte de los dirigentes hacia sus mandantes, al ocuparse más de sus propios intereses que los de la población, es lo que hace que la gente prefiera a los llamados outsiders, principalmente a los personajes populares y famosos. Es un fenómeno que amenaza al proceso de construcción de la democracia desde organizaciones partidarias y quiebra el sistema de representación tradicional.