Una de las víctimas de trata, a la que identificaron como María (ficticio), relató al equipo que cursaba el segundo año de la carrera de Derecho cuando fue llevada, bajo engaños de conseguir un trabajo, de Caaguazú a Europa.
Otra que dio su testimonio de víctima de la red de trata, dando voz a muchas mujeres, es Estela Santander, que ha demandado a sus captores en España y en Paraguay y las causas siguen abiertas. Ella fue llevada igualmente bajo engaños como parte de una delegación de turistas que viajaba a Roma para encontrarse con el papa Benedicto XVI. “Todos llevaban remeras alusivas al Papa”, recordó la mujer.
EN LA BOCA DEL LOBO. El equipo periodístico de Infiltrados se internó en Ciudad del Este con la finalidad supuesta de “comprar” cinco chicas para llevarlas a España.
En la peripecia fueron realizando contactos para llegar a los captadores, uno de ellos que hace negocios en una tienda comercial que, curiosamente, tenía de guardia a dos policías. De allí fueron hacia otro contacto, que los iba a guiar al “patrón” que les proveería de las chicas que buscaban.
También fueron retenidos por agentes antinarcóticos de la Policía, que sabían todo sobre ellos, menos que andaban buscando chicas para “comprar”, lo cual no les dejaba dudas de que la mafia gozaba de protección y ellos ya no tenían garantías.
Por último, fueron seguidos por desconocidos en un automóvil polarizado y tuvieron que abandonar Ciudad del Este ante el peligro inminente que corrían de seguir con la investigación. Antes, realizaron la denuncia con la policía, contando el verdadero propósito que les tenía en la ciudad. “Realmente, tienen agallas para hacer esto”, exclamaron los efectivos que los atendía, según la cámara oculta que les hicieron ante la falta de confianza
“Aquí tu vida no vale nada”, le había advertido a uno de los periodistas el abogado implicado en varios casos de trata, Crispín Villalba, quien fue acusado de llevar a Estela Santander a España para prostituirla. Te estás arriesgando mucho... cuidate”.