EFE
Ríos caudalosos como el Paraná han convertido a Paraguay en productor de energía eléctrica, gracias a represas como Itaipú, la de mayor producción a nivel mundial, mientras que, bajo tierra, el país custodia parte del acuífero Guaraní, uno de los reservorios de agua dulce más importantes del mundo.
Si bien Paraguay cuenta con importantes reservas de agua superficial y subterránea, hay síntomas de que estos recursos se están degradando, explicó a Efe David Fariña, director de Recursos Hídricos de la Secretaría del Ambiente (Seam).
Fariña puso como ejemplo la cuenca del lago Ypacaraí, próximo a Asunción, cuya belleza inspiró canciones folclóricas y a mediados del siglo XX atrajo a turistas a las localidades ribereñas, pero que hoy se encuentra inhabilitado para el baño debido a que las industrias y ciudades de su cuenca vierten sus efluentes y las aguas de sus cloacas directamente a los cursos hídricos.
Lo mismo ocurre en la bahía de Asunción, que forma el río Paraguay a su paso por la capital paraguaya y que, pese a haber sido reconocida como una zona de reserva ambiental, concentra residuos y bacterias fecales llegadas de toda la ciudad.
Fariña alertó de que estas alteraciones en la calidad de las aguas influyen en la biodiversidad de especies en la zona, tanto las que viven en el lugar como las que migran, mientras que el contacto con estas aguas afecta a la salud humana.
Explicó que la solución a la contaminación pasa por la instalación de redes de alcantarillado, que alcanza a apenas un 11% de los centros urbanos de Paraguay, según datos oficiales de 2013, y la construcción de plantas de tratamiento de aguas, pero también por “la educación de la gente” para evitar que arroje sus basuras a raudales de agua o arroyos que desembocan en los ríos.
La falta de alcantarillas también lleva a que las aguas de las cloacas puedan filtrarse y contaminar los acuíferos, como ya ha ocurrido con el acuífero Patiño, situado en el área metropolitana de Asunción, dijo Fariña.
El experto advirtió de que el acuífero Patiño no cuenta con una cobertura natural de rocas aislantes, por lo que se recarga muy fácilmente con el agua de lluvia, pero también puede llegar a contaminarse con la misma rapidez a través de filtraciones de las letrinas y pozos ciegos de las viviendas.
El acuífero Guaraní, en cambio, sí posee una cobertura natural de basalto y está situado en la región oriental de Paraguay, desde donde se extiende hacia zonas de Argentina, Brasil y Uruguay.
En esta zona, el riesgo de contaminación no está tan relacionado con los residuos de las ciudades, sino con la actividad agrícola, que consume alrededor de un 70% del agua disponible en un país donde el sector agropecuario representa alrededor de la cuarta parte de su economía.
Fariña detalló que la Seam no posee datos de contaminación de acuíferos por el uso de los pesticidas y agroquímicos en las plantaciones agrícolas, pero sí advirtió de que la perforación indebida de pozos para extraer agua puede acabar contaminando estas reservas.
El experto de la Seam explicó que Paraguay necesita que los sectores productivos cumplan las legislaciones ambientales, mientras que las instituciones precisan mayores inversiones para garantizar el acceso de la población a agua potable segura y redes de alcantarillado.
El Gobierno paraguayo trabaja en un proyecto nacional que prevé una inversión de 2.424 millones de dólares para proveer al 50 % del país sudamericano de una red de alcantarillado y tratamiento de aguas cloacales para 2018.
La cobertura de agua potable en Paraguay, según los datos del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones hasta 2013, fue del 56 % en el área rural y del 70 % en la urbana.