Soler, secretario general del Partido Comunista durante la dictadura en ese país, fue detenido y desaparecido el 30 de noviembre de 1975, mientras que Filipazzi fue detenida en 1977 en Montevideo y trasladada después al Departamento de Investigaciones de la Policía en Asunción.
El anuncio de la identificación de los restos de Soler y Filipazzi se dio a conocer en una rueda de prensa en el Ministerio de Justicia, coincidiendo con la conmemoración del Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzosas.
Los restos de Soler fueron hallados en diciembre de 2009 en una fosa individual en la Agrupación Especializada de la Policía paraguaya, en Asunción, y exhumados en enero de 2010, informó a Efe Rogelio Goiburú, director de la Dirección de Memoria Histórica y Reparación del Ministerio de Justicia paraguayo.
Por su parte, los restos de Filipazzi se encontraron en marzo de 2013, también en la Agrupación Especializada, en una fosa común en la que se encontraban también los de un individuo de sexo masculino, aún por identificar.
Goiburú agregó que los fragmentos óseos de ambos fueron entregados en abril de 2016 al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que cotejó el perfil genético de los huesos hallados, con el de las muestras de sangre donadas por familiares de desaparecidos, y en agosto logró su identificación.
“Estamos emocionados por la identificación, que es un hecho histórico. Poner nombres y apellidos a los restos encontrados demuestra que (estas personas) fueron víctimas de violaciones de derechos humanos, que son imprescriptibles”, expresó Goiburú, que además es hijo de un militante opositor desaparecido en la dictadura paraguaya.
Detalló que la identificación abre ahora el camino para que la Justicia paraguaya investigue ambos casos de desapariciones forzadas e inicie una serie de “juicios de la verdad” que ayuden a “reescribir la historia” para impedir que estos “hechos aberrantes” vuelvan a ocurrir.
Destacó que el caso de Filipazzi evidencia que fue “claramente una víctima del Plan Cóndor”, al tratarse de una ciudadana italiana secuestrada en Uruguay junto a su compañero, José Potenza, aún desaparecido, y trasladada después a Paraguay, lo que pone de manifiesto la coordinación entre los aparatos represivos de ambas dictaduras.
Por su parte, Jorge Miguel Soler, hijo de Miguel Ángel Soler, dijo a Efe que la identificación de los restos de su padre “cierra una etapa” y permite el duelo por su pérdida.
Recordó que por la detención ilegal y las torturas a Soler ya fueron condenados a prisión en Paraguay el jefe del Departamento de Investigaciones de la Policía paraguaya durante la dictadura, Pastor Coronel, y varios de los represores.
Su desaparición fue denunciada en febrero de 1976 ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Jorge Miguel Soler añadió que la identificación de estos restos es “una extensión del triunfo” obtenido en la megacausa judicial “La Perla”, que la pasada semana condenó en Argentina a cadena perpetua a 28 represores por delitos de lesa humanidad cometidos contra 716 víctimas durante la dictadura en ese país (1976-1983).
La Comisión de Verdad y Justicia (CVJ) de Paraguay registró 425 ejecutados o desaparecidos, y casi 20.000 detenidos, durante el régimen de Stroessner, la gran mayoría de los cuales fueron víctimas de palizas, picana eléctrica, quemaduras y otras formas de tortura física.