El documento, que coloca al Paraguay en la categoría dos, también señala que miles de niños paraguayos trabajan en el servicio doméstico a cambio de comida, tabla y, ocasionalmente, la educación o una pequeña remuneración en un sistema llamado criadazgo; muchos de estos chicos son sometidos a la servidumbre doméstica y son altamente vulnerables a la trata sexual. Los indígenas están particularmente en riesgo de trabajo forzado y el tráfico sexual.
En 2015, las autoridades reportaron que al menos 24 mujeres paraguayas fueron reclutadas para el trabajo en Turquía y más tarde explotadas en la prostitución forzada en burdeles en toda Turquía, España, y el zona norte de Chipre, administrados por turcochipriotas. La dependencia de las redes de tráfico internacionales sobre reclutadores locales sigue siendo un problema.
Víctimas paraguayas de tráfico sexual y el trabajo forzoso se hallan en Argentina, España, Brasil, Chile, México, China, Colombia, y otros países. Recomiendan aplicar plenamente la ley de 2012 que implica desarrollar procedimientos formales para la identificación proactiva de víctimas de trata; elevar el acceso a servicios integrales y refugio para víctimas de sexo y consolidar asociaciones con las oenegés.