De hecho, cuando estuvieron cerrando el pacto los luguistas habían asegurado que su elección consistía en una reivindicación de su líder.
El Frente Guasu siempre consideró que el cartismo, el llanismo y el oviedismo, los mismos con quienes pactaron ahora, hicieron un golpe parlamentario a Lugo con el juicio político en el que lo destituyeron del cargo en el 2012, tras la masacre en Curuguaty.
Las voces de los senadores representantes de los sectores mencionados clamaban la condena del ex obispo.
Lo acusaron, junto a Carlos Filizzola, en ese entonces ministro del Interior, de ser los principales responsables de la muerte de 17 policías y campesinos en un confuso episodio que sigue sin dilucidarse a cinco años del hecho.
En la sesión del jueves pasado, todavía resultaba un poco dudosa la elección de Lugo por más que se aseguraba que ya se cerró el acuerdo.
Pero sin duda la expectativa giraba más en torno hacia la cartista Mirta Gusinky, quien había tratado hasta de terrorista al ex obispo y lo involucraba con el secuestro y asesinato de su hija Cecilia Cubas.
En la sesión del jueves pasado, solamente se escucharon elogios hacia Lugo por parte de quienes fueran sus verdugos en el periodo anterior.
Los discursos del llanismo y del oviedismo enfatizaron la trayectoria del próximo presidente de la Cámara Alta, recordando su paso como ex obispo, como actual senador, como titular de algunas comisiones asesoras y hasta como presidente de la República. A Lugo le va a tocar el último tramo legislativo de este periodo que termina en el 2018, en puertas de las elecciones internas y generales. El ex obispo asegura que no está interesado en la presidencia de la República en caso de acefalía y supuestamente se centra en su reelección en el Senado.