CIUDAD DEL VATICANO
El sínodo de los obispos, que afrontará temas relacionados con la familia, comenzó ayer con la advertencia del papa Francisco de que no debe ser un Parlamento para negociar “un acuerdo, pactar o llegar a compromisos”.
Con las palabras del Papa ante los 270 padres sinodales, los que tendrán derecho al voto, y unos 90 entre expertos y auditores, reunidos en el Aula del Sínodo, ayer se abrió el debate que continuará hasta el 24 de octubre. “Os quiero recordar que el sínodo no es un Congreso o un Parlamento donde hay que llegar a ponerse de acuerdo. El sínodo es una expresión eclesial, es la Iglesia que camina, para leer la realidad con los ojos de la fe y los ojos de Dios”, añadió.
ley suprema. El Pontífice argentino, que explicó que sínodo significa “caminar juntos con el espíritu de la colegialidad y sinodalidad”, pidió afrontarlo con “celo pastoral, franqueza y sabiduría y poniendo por encima de todo el bien de la familia, de la Iglesia y de la suprema lex (ley suprema): la salvación de las almas”. El único método –agregó– es “abrirse al Espíritu Santo para iluminarnos ante nuestras opiniones personales y prejuicios por el bien de la Iglesia”. Con estas recomendaciones, los llamados padres sinodales comenzaron hoy la discusión en sesiones a puerta cerrada sobre temas relacionados con la familia.
Después de que en los días pasados algunos de los participantes hayan expresado su opinión con la publicación de libros y encuentros su total rechazo a cualquier cambio en la doctrina de la Iglesia católica respecto a, por ejemplo, los divorciados vueltos a casar.
No obstante, el cardenal hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga lamentó en la reflexión que inició la jornada que los medios de comunicación presenten este sínodo como “el de dos bandos enfrentados entre ellos con posiciones irreconciliables”.
El secretario del sínodo, el cardenal Lorenzo Baldisseri, recordó hoy que se ha llegado al final de un largo recorrido del que se espera finalmente “recoger sus frutos”.
En la rueda de prensa tras la sesión matinal el secretario especial del sínodo, Bruno Forte, explicó que “el tiempo cambia, las situaciones cambian y la Iglesia no puede quedar insensible a los desafíos que se le presentan”. También el arzobispo de París, el cardenal André Armand Vingt-Trois, coincidió en que “la sociedad vive una transformación profunda y la misión de la Iglesia es acompañar estos cambios”, pero subrayó que “quien espera un cambio radical de la doctrina de la Iglesia quedará desilusionado”.