Los líderes islámicos de Jerusalén pusieron ayer fin a las convocatorias de marchas y rezos de protesta a las afueras del recinto sagrado y llamaron a la población a volver a rezar al lugar, el tercero más sagrado para el islam, tras la Meca y Medina, pero también el más sagrado para los judíos, que no tienen permitido orar allí.
“Las cosas han vuelto a estar como estaban antes, así que volveremos a rezar en Al Aqsa”, declaró el muftí de Jerusalén, Mohamed Husein.
La tensión de los últimos días se ha saldado con cuatro palestinos muertos y más de quinientos heridos, así como varios policías israelíes heridos de levedad.
Además, el pasado viernes un palestino de Cisjordania entró en una colonia israelí y asesinó a tres colonos de una misma familia e hirió a otra, en un ataque que justificó en la “defensa de Al Aqsa”.
El presidente palestino, Mahmud Abás, también llamó ayer a la población musulmana para que retorne a rezar al recinto, que ha permanecido prácticamente vacío y sin oraciones públicas desde el día 16, por el rechazo de la población a someterse a las nuevas medidas de Israel, en las que veían un intento de ampliar su control sobre el lugar, situado en territorio ocupado.
“Felicito a la gente de Jerusalén por su victoria en Jerusalén y en Al Aqsa”, señaló Abás en un discurso televisado en directo desde la ciudad cisjordana de Ramala.
Hace dos días, Israel retiró los detectores de metales y anunció que los sustituiría por cámaras inteligentes, pero las autoridades islámicas mantuvieron la protesta y exigieron el restablecimiento de la situación a la anterior al día 14.
Ayer de madrugada, Israel desmontó las estructuras metálicas, vallas y rieles de seguridad restantes, hecho que fue celebrado en la parte oriental de la ciudad con fuegos artificiales, gritos y pitidos de los vehículos. efe