“Estamos en deuda con la sangre de cada mártir. Nos vengamos de la sangre de cada inocente antes y tomaremos completa venganza de nuevo”, subrayó el presidente paquistaní, Mamnoon Hussain, en el discurso por el sexagésimo noveno aniversario de la creación del país.
Hussain recalcó que el suceso de Quetta “ha afligido a toda la nación y cada paquistaní simpatiza con las familias desconsoladas. La sangre de los mártires de Quetta no será en vano”.
El pasado lunes un hombre hizo detonar las bombas que llevaba consigo en un hospital al que había sido trasladado el cuerpo de un abogado asesinado a tiros horas antes, en el momento en que numerosos letrados y periodistas estaban en el centro.
El ataque fue reivindicado por el grupo talibán Jamaat ul Ahrar y también por la organización yihadista Estado Islámico (EI).
“La amenaza del terrorismo será eliminada del país”, aseveró el jefe de Estado para referirse a Zarb-e-Azb, la operación del Ejército paquistaní en zonas tribales del país que comenzó en junio de 2014 y en la que han muerto unos 3.400 supuestos insurgentes.
“Está en sus últimas etapas”, señaló sobre esta operación que “ha producido esperanzadores resultados y continuará hasta su lógica conclusión”.
El Gobierno y el Ejército paquistaní atribuyen a Zarb-e-Azb el descenso de la violencia en el país, donde el número de víctimas civiles en ataques terroristas se ha reducido prácticamente a la mitad en la primera mitad del año comparado con el mismo periodo de 2014, pese a atentados como el de Quetta o el que el pasado marzo ocasionó 73 muertos y más de 300 heridos en Lahore (este).
Pakistán conmemoró su independencia del Imperio británico con ceremonias militares y actos de izado de la bandera nacional como el presidido en Islamabad por Hussain acompañado del presidente del país, Nawaz Sharif.
Los edificios públicos y las principales avenidas de muchas ciudades lucen imágenes de líderes nacionales, banderines y carteles conmemorativos.