Al padre Dionisio Echagüe, párroco de la Iglesia de Areguá, le entusiasma la idea de que no se dejará desvanecer la fuerza que está generando dentro de la Iglesia católica local toda la preparación, tanto logística como espiritual, de la visita del papa Francisco a Paraguay.
Su mayor deseo es que no ocurra lo que sucedió tras la visita del papa Juan Pablo II al Paraguay, en 1988, cuando aún estaba vigente la dictadura del general Alfredo Stroessner.
“Toda esa organización de los jóvenes y laicos en general fuimos excluidos de todas las organizaciones eclesiales. Había un celo. No sé si por el éxito que obtuvimos. Todo se disolvió”, así describió la etapa posterior a la histórica visita de Juan Pablo II. Ocurrió pese al éxito del Encuentro con los Constructores de la Sociedad y pese a la gran movilización ciudadana que acompañó cada acto con el Papa polaco.
“Toda esa organización de los jóvenes y laicos en general fuimos excluidos de todas las organizaciones eclesiales. Había un celo. No sé si por el éxito que obtuvimos. Todo se disolvió”, así describió la etapa posterior a la histórica visita de Juan Pablo II. Ocurrió pese al éxito del Encuentro con los Constructores de la Sociedad y pese a la gran movilización ciudadana que acompañó cada acto con el Papa polaco.
En esa ocasión, el padre tuvo a su cargo organizar a los servidores –unos 15.000– y acompañar en la organización de la visita del Pontífice a monseñor Jorge Livieres Banks, particularmente, en todo lo concerniente a la Pastoral Juvenil.
Dada aquella experiencia, el padre espera que esta vez se evite que luego de la tan esperada visita del papa Francisco todo se desarticule, como ocurrió 27 años atrás.
“Como Iglesia tenemos que tratar al máximo de capitalizar la experiencia de los líderes que estamos viendo trabajar en estos momentos, de los voluntarios y de las dirigencias, para que continúen en la posvisita papal, porque esto se debilita rápido”, advierte. Echagüe marca como diferencias claves que para la visita de Juan Pablo II hubo cerca de dos años de preparación y las actividades fueron más descentralizadas. El Papa estuvo en Mariscal Estigarribia (Chaco), en Villarrica, Caacupé y en Asunción.
PAPALATRÍA. Tomando palabras del arzobispo de Asunción, monseñor Edmundo Valenzuela, quien manifestó en una entrevista que en Paraguay la Iglesia no quiere que el pueblo caiga en “papalatría”, es decir, en adorar al Papa, el padre Echagüe explicó que ese mero entusiasmo, veneración y culto a la persona “no es católico”.
“Nosotros celebramos la investidura y misión del Papa, que es el signo de la comunión de toda la Iglesia universal. Él es el mensajero de la alegría y de la paz, cuyo contenido es Jesucristo”, aclara.
Si desde la propia Iglesia se continúa trabajando sobre todo la espiritualidad, dice que esta nueva experiencia que moviliza a los católicos paraguayos ayudará muchísimo a fortalecer todas las áreas pastorales con la fuerza de los laicos.
El padre dice que hay una realidad que interpela. Y ante ella, el Papa anima a salir a las periferias. “A los jóvenes les pide hacer lío y a todos nos dice que no nos quedemos a balconear”, resalta.
“Si el laicado se mueve va a volver a levantarse con toda su fuerza la Iglesia”, confía.