20 abr. 2024

Outsiders a la paraguaya

Estela Ruiz Díaz

Paraguay es un país muy especial, con características tan peculiares que hasta se hacen diccionarios para que los extranjeros comprendan nuestra cultura, nuestro modo de ser.

En ese mundo de contradicciones en el país de la sopa dura y donde la hora no es la hora, el fenómeno de los outsiders también tienen su versión paraguaya.

Los outsiders son fenómenos que surgen a partir de las crisis de los partidos políticos, cuya decadencia está vinculada básicamente a la corrupción y a la escasa renovación. Así, desfilan en la pasarela empresarios, faranduleros, deportistas, que surgen como alternativa ante el hartazgo contra la clase política, cada vez más alejada de la gente. Hoy ya no importa lo que opinan las bases, o lo que dicta la doctrina partidaria o la ideología, sino el márketing y los medios de comunicación.

En Paraguay posdictadura inicia esta senda el empresario Juan Carlos Wasmosy (1993/1998), que no surgió como figura antipartido, sino como resultado de la nueva configuración del poder económico. El general presidente Andrés Rodríguez lo eligió como delfín. Fue la primera batalla entre un outsider versus la tradición y la militancia pura representada en Luis María Argaña. Entonces ganó la militancia en las urnas, pero perdió en las actas. Wasmosy es el primer presidente outsider (con la manito del fraude).

Una crisis política encumbró a un presidente que no quiso serlo: Raúl Cubas Grau (1998), cuya renuncia encumbró al senador, Luis González Macchi, que tampoco buscó serlo (1999/2003).

Nicanor Duarte Frutos (2003/2008) no tuvo ese tipo de cuestionamientos, aunque su ascenso en la política también fue meteórico.

Sin duda, la irrupción del ex obispo Fernando Lugo marca un punto de inflexión en la política paraguaya. Fue el outsider con todas las letras. El PLRA, el eterno partido segundón, recurrió a su figura para llegar indirectamente al poder. Y juntos lograron lo imposible; cortar la larga hegemonía de la ANR. Pero ser un outsider también fue su talón de Aquiles. Al no tener apoyo partidario, fue tumbado del poder.

Horacio Cartes es el outsider más peculiar. No ganó su candidatura por su popularidad ni por sus acciones cívicas o sociales. Su incursión en la política fue pasiva porque le pidieron que se meta como un salvador. La ANR estaba en la llanura, sin candidato ni chequera estatal. Sin embargo, con una impronta distinta en su relacionamiento con el Partido Colorado, cuya dirigencia se caracteriza por marcar agendas, él logró el control partidario. Siguiendo en esa misma línea de co-optación de la ANR, con la Junta de Gobierno controlada, ahora apuesta a la prosecución en el poder eligiendo un candidato a su medida.

CRISIS, OPORTUNIDAD, OPORTUNISMO. Los outsiders son tablas de salvación de los partidos políticos que han perdido la confianza de la ciudadanía. Entonces apelan a figuras fuera del sistema para evitar su descalabro. Pero con la expresa salvedad de mantener el poder hegemónico o cogestión del poder. Esto en casos de nucleaciones grandes. En casos de partidos pequeños, para evitar su extinción.

Pero hasta el momento estas figuras no vienen a enriquecer la historia de los partidos o a profundizar su doctrina. Vienen con otras ideas, provocando crisis, contradicciones o simplemente ejecutan acciones en paralelo, alejados del partido que les prestó su nombre casi como una franquicia.

En el caso cartista, un sector mayoritario de la ANR se amoldó a su nuevo amo, que define rumbos con nula participación partidaria. Y Santiago Peña es uno de ellos; un personaje no solamente totalmente ajeno al mundo político partidario.

Peña es el outsider de Cartes y con su elección ratifica su visión política alejada de los partidos. Así se lo confirmó a Enrique Riera, quien esperaba ser el elegido: “Me dijo que Santiago manejó los programas sociales, se siente a gusto con él, cree que hay una nueva generación, que hay que producir un cambio dentro del Partido”.

Consciente de la realidad de que es imposible competir contra la estructura, se apoderó de ella y hasta el momento parece tener el control de la situación. La interna de diciembre se dará una nueva batalla entre un outsider, apoyado por parte de la vieja militancia partidaria, y un candidato que hace gala de tradición y militancia.

NI MACRI NI MACRON. En Paraguay de pensamiento binario colorado/liberal han fracasado hasta hoy las terceras vías. Lo intentó el PEN en 1993, lo intentó Patria Querida en 2003 y 2008, pero luego de irrumpir en el escenario con impacto, de a poco van apagándose. Lugo llegó gracias al PLRA.

Los outsiders en Paraguay son de nombre porque casi siempre buscan auparse en los partidos tradicionales o aquellos en proceso de extinción.

No hay aún un Mauricio Macri, que en 12 años construyó un partido (PRO) fuera del peronismo y radicalismo, fue intendente de Buenos Aires y luego presidente. Ni un Emmanuel Macron cuya candidatura fabricó él mismo y en un año se convirtió en presidente de Francia, fuera de los tradicionales partidos de derecha o izquierda.

Los outsiders a la paraguaya no pueden triunfar sin apoyo de la tradición y la militancia.

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