Tras la intensa caminata y la celebración eucarística, una gran cantidad de devotos de la Virgen de Caacupé se tomaron un merecido descanso en los alrededores de la Basílica.
Un mar de peregrinantes acaparó la plaza ubicada detrás del Santuario con cuerpos adoloridos pero con satisfacción por haber llegado. Otros, sin embargo, optaron por ir rápidamente en busca de un colectivo para regresar a casa al término de la misa oficiada por el monseñor Claudio Giménez.
Uno de los peregrinantes, quien no quiso identificarse, dijo que a pesar de no encontrar un medio de transporte que lo lleve, se sentía agradecido por “seguir caminando gracias a la virgen”. “Un éxito para mí porque yo tuve un accidente en Ciudad del Este; se me rompió la pierna y no camine más de dos años (sic) y la virgencita me hizo caminar”, expresó en una entrevista concedida a Telefuturo.
Otros asistentes a la fiesta de la Virgen se quejaron por la falta de colectivos. “La verdad que hay que caminar mucho para tomar el colectivo, nadie nos explica donde tenemos que tomar, hay mucho desorden, falta de organización de la policía caminera para poder retornar”, expresaron.
Los peregrinantes en todo momento estuvieron acompañados de un fuerte resguardo policial, debido a que la Comandancia de la Policía Nacional destinó miles de uniformados para la seguridad durante los días centrales de esta celebración.
El “operativo retorno” se volvió lento y dificultoso debido a que una multitud de fieles católicos abandonaban el lugar casi al mismo tiempo, generando así la imprudencia de los pasajeros y los conductores, quienes llevaban peligrosamente a las personas en las estriberas.