Blas Llano, senador del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), tomó el mando en el Poder Legislativo el pasado 1 de julio. Llegó al cargo con votos colorados de la mano del presidente Horacio Cartes.
Apenas tomó el timón del Congreso empezó a cambiar el ritmo del funcionamiento del citado poder, haciendo cumplir a rajatablas el reglamento y aplicando una política de austeridad nunca antes vista en el manejo del Poder Legislativo.
Su decisión de cortar con los grandes privilegios de que gozan los funcionarios públicos del Congreso, que se beneficiaban con cuatro sobresueldos y otras gratificaciones extraordinarias y millonarias, causó un terremoto en el estamento estatal e incredulidad en la ciudadanía, que sigue sorprendida con el manejo prebendario del dinero público, desnudado con la publicación de la nómina y salarios de los estatales.
Pero el cambio radical de actitud del influyente senador liberal responde a un objetivo. Y aunque él no lo admita públicamente, dirigentes de su entorno más cercano afirman que Llano promueve un plan de racionalización de los recursos públicos en el Congreso con la intención de apuntalar su imagen ante la opinión pública y así aspirar en el 2018 al cargo más codiciado de todo político: la presidencia de la República.
Esta intención es respaldada por el propio Cartes, su antiguo amigo, quien también se beneficia con la ola de transparencia ya que al inicio de su gobierno prometió que implementaría un plan de austeridad en las instituciones del Estado y que cambiaría la forma de hacer política.
De hecho, Llano, si bien no es uno de los principales responsables, avaló por años el manejo prebendario de los cargos en el Congreso.
Al término del actual periodo cumplirá 25 años de gestión parlamentaria. Ejerció como diputado por tres periodos e incluso presidió dicha Cámara en 1999 y lideró varias comisiones asesoras. Tiene dos periodos como senador, por lo que su nuevo rol de “administrador justo” de la cosa pública y su tajante decisión de cumplir un buen papel es tomado como pinza por un sector y aplaudido por otro grupo.
Discurso. “Es insostenible seguir llevando adelante algunas prácticas. La política cambió, la gente nos obliga a cambiar y nosotros tenemos que cumplir”, enfatizaba una y otra vez Llano al justificar su decisión de romper con la política tradicional.
Es que el Congreso sufrió en los últimos tiempos el mayor desgaste de su imagen, lo que motivó un aluvión de críticas de la ciudadanía, que se valió de las redes sociales para descargar su indignación contra los privilegios de los que goza la clase política.
Esta situación es utilizada ahora, hábilmente, para ordenar la casa, por el senador liberal, uno de los hombres de mayor poder dentro del PLRA, donde ejerció durante tres periodos la presidencia.
Llano fue siempre cuestionado por sus vínculos con los gobiernos de turno.
Mantuvo buenas relaciones con Nicanor Duarte Frutos y ya en el poder con Fernando Lugo y Federico Franco consiguió ubicar a sus principales dirigentes en cargos relevantes.
Fue el que llevó al ex obispo a la presidencia de la República pero también fue el principal mentor de su destitución de la presidencia vía juicio político.
Hacia otro poder. Llano no solo apunta a los recortes de gastos innecesarios en el Legislativo. También centró su atención hacia otro cuestionado poder del Estado, el Judicial. Apenas tomó el mando del Congreso, impulsó la idea de promover cambios en la Corte y a nivel estructural de la justicia, que también le ayuda en su nuevo plan de cambiar la cara del político y proyectar una imagen nueva hacia la ciudadanía.
biografía. Llano proviene de una familia tradicional liberal de San Juan Bautista, Misiones. Su padre era médico militar, que nunca militó en política, y su madre era ganadera. Ella enviudó cuando Llano tenía cerca de 10 años. Su familia se trasladó a Fernando de la Mora.
En 1984 inició su carrera estudiantil y a la vez gremial en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Diplomáticas de la Universidad Católica, llegando a la presidencia del centro de estudiantes.
Más adelante preside la Secretaría General de Federación de Estudiantes Universitarios del Paraguay (FEUP), cuya línea enfrentaba al gobierno dictatorial de Alfredo Stroessner.
Su activa participación en los acontecimientos gremiales endulzó su pretensión de dar un paso a la arena política de la mano del senador liberal Julio César Yoyito Franco.